Acaba de ser presentada como "la cámara full frame más pequeña y ligera" y es algo así como una Sony A7 III "embutida" en el cuerpo de una A6600. Una fusión que promete y que nosotros hemos tenido la oportunidad de probar, antes incluso de que fuera oficial, para que podáis saber de primera mano cuán interesante es la nueva Sony A7C.
Antes de nada recordemos que la cámara se presenta como un nuevo concepto dentro de una familia que ha destacado por ofrecer calidad de imagen y altas prestaciones, con especial acento en la velocidad y el rendimiento AF, y todo ello en un cuerpo relativamente compacto.
Cuando decimos “relativamente” es porque, evidentemente, todo es según con qué se compare; pero está claro que si lo hacemos con las réflex de formato completo el tamaño es menor, aunque luego al acoplar los objetivos disponibles pueda parecer que acaba siendo una cámara grande y pesada.
Esto viene a cuento también porque, como os hemos contado, la cámara llega acompañada de una nueva óptica que también tiene la idea de aportar ligereza y tamaño compacto y, esperamos, sea la primera de una nueva línea de lentes para las Sony con montura E que presuma en este sentido.
Por tanto asistimos a un nuevo movimiento de Sony para contentar a sus usuarios más pro, para los que ha diseñado una full frame con todo lo que esto supone pero en un cuerpo más pequeño aún. También podría ser una buena opción para el que quiera “dar el salto” al formato completo pero le importe mucho el tamaño y peso. Sea como fuere, vamos a ver qué nos ha parecido comenzando, como siempre, por repasar sus principales características.
Sony A7 III: Características principales
Sensor | Exmor R CMOS Full frame de 24,2 Mpíxeles efectivos |
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Estabilización | En el cuerpo de cinco ejes |
Procesador de imagen | Bionz X |
Sensibilidad | 100 a 51.200 ISO (ampliado hasta 204.800) |
Formatos de salida | JPEG y RAW 14 bits (tipo ARW) |
Enfoque automático | Híbrido con 693 puntos detección fase y cobertura del 93% |
Monitor | XGA OLED 3 pulgadas (921K píxeles) de ángulo variable |
Visor | Electrónico XGA OLED (2.359K píxeles) con cobertura del 100% |
Velocidad de obturación máxima | 1/4.000 seg |
Disparo en ráfaga | 10 FPS máximo |
Calidad de vídeo máxima | XAVC-S 4K 30p FHD 100p 16 bit processing & 14 bit RAW |
Soporte de almacenamiento | Ranura para tarjetas SD compatible con UHS-I/II |
Conectividad | USB type C, Wi-Fi 4.1 y Bluetooth |
Autonomía | 740/680 disparos y 215/220 minutos (LCD/visor) |
Dimensiones | 124 x 71,1 x 59,7 mm |
Peso | 509 g (con batería) |
Precio | 2.100 euros (solo cuerpo) |
Construcción y ergonomía
Lo primero que llama la atención, evidentemente, es el nuevo look en dos colores. Como podéis ver, la parte superior es la que tiene color plateado y tacto metálico, mientras que todo el resto es de color negro. Esto hace que, aunque claramente el diseño se basa en la A6600, a primera vista ya tenga un aspecto diferenciador y (aunque es cuestión de gustos) muy elegante.
El acabado es muy bueno y el look bicolor la dota de un aspecto diferenciador y bastante atractivo
Esto se logra también gracias a un perfecto acabado (como es marca de la casa) en el que destaca el material, de tacto levemente gomoso, que circunda la empuñadura. Este material, distinto al del resto del que compone su cuerpo en la parte inferior, además de aportar elegancia ayuda a un mejor agarre.
La empuñadura es generosa pero parece un poco menos prominente que la de la A6600 (que creció para poder alojar una nueva batería); aún así está muy bien diseñada y permite llevar la cámara con seguridad incluso con objetivos mucho más grandes que el pequeño FE 28-60 mm F4-5.6 presentado con la cámara.
Y ya que hemos apuntado una diferencia respecto a la A6600 es interesante fijarnos en algunas otras divergencias. Por ejemplo que ahora la parte superior ya no es totalmente plana sino con un “escalón” en la parte derecha donde se sitúan las ruedas de modos y compensación de exposición y se ha colocado el botón de grabación de vídeo (que ha cobrado protagonismo como viene siendo habitual últimamente).
En esta zona han desaparecido los dos botones de acceso directo que había en la APS-C y también se ha prescindido de otro que se situaba en la parte posterior, arriba junto al botón de Menú, más de un conmutador para el AF/MF y el bloqueo de exposición. Ahora sólo queda, justo en el medio de la parte posterior trasera, el botón de Menú, bastante aislado al estar junto a una muesca pensada para extraer la pantalla (que ahora es de ángulo libre).
Justo a la izquierda del todo tenemos el visor, situado en el mismo sitio que en la A6600 pero que no sobresale tanto al no haberse incluido la misma prominente visera de goma (que permite que no entre la luz cuando estamos mirando por él). Por lo demás, los controles se completan con la habitual cruceta con forma de rueda y varias botones más que ya tenía la cámara de la que deriva la A7C.
La parte lateral izquierda de la cámara ha sido totalmente rediseñada y aloja, además de las habituales conexiones (con minijack doble para micro y auriculares) el compartimento de la tarjeta de memoria que ahora se aloja por separado de la batería.
En cuanto al nuevo objetivo, es bastante pequeño pero menos ligero de lo que puede parecer por su tamaño; esto (que desde luego no es malo de por sí) seguramente es debido a que la montura es metálica y a una construcción óptica que se antoja de cierta calidad. Eso sí, su diseño retráctil (que obliga a extenderlo para poder empezar a usarlo) es un tanto fastidioso, pero es el precio a pagar porque al guardarlo ocupe poco espacio.
Por cierto que sí decimos que el objetivo es más pesado de lo que pudiera parecer, lo mismo debemos decir de la cámara, que aunque se presente como la full frame más ligera y compacta, en la mano pesa lo suyo.
Manejo y prestaciones
Con la cámara ya encendida, nos asomamos al visor para comprobar lo que ya esperábamos: que es bastante más pequeño que el de una A7 III; los datos son los mismos que los del EVF de la A6600, con lo cual seguramente serán el mismo componente, y aunque en absoluto podemos decir que sea malo, ya encontramos una primera gran diferencia con sus hermanas mayores.
Su situación lateral ya es algo más cuestión de gustos, pero es evidente que la cosa tiene sus ventajas: nuestra nariz interactúa mucho menos con la pantalla (y deja más espacio libre para que nuestra mano elija el punto de enfoque deseado) y es factible que nuestro ojo izquierdo permanezca abierto para estar más atentos a lo que ocurre alrededor nuestro.
Sobre el diseño de los controles, llama la atención la situación del botón de Menú en todo el medio; seguramente, al tener que meter en esa zona la muesca que permite extraer la pantalla, simplemente decidieron moverlo hacia la izquierda (respecto a donde estaba en la A6600) pero el resultado es algo extraño.
El botón de Menú tiene una situación un tanto extraña (en todo el medio) que además resulta bastante poco práctica
Básicamente está en todo el medio, como si dos ingenieros hubiesen discutido si colocarlo a derecha o izquierda y hubieran tomado una decisión salomónica: “en el centro... ni para ti ni para mí”. Desde luego visibilidad tiene, pero esta situación no es muy práctica.
Primero porque uno no sabe uno muy bien qué mano usar para pulsarlo; segundo porque, si se usa la izquierda (porque en las Sony este botón suele estar en la parte izquierda), se interfiere con el sensor del visor haciendo que la pantalla se apague accidentalmente (al creer que nos hemos asomado al visor), lo que resulta molesto.
Por lo demás, es una pena que se hayan eliminado botones de acceso directo. Esto claramente perjudica la usabilidad y el control de la cámara, ya que obliga a tener que recurrir más a los menús o, al menos, al botón Fn que da acceso a los controles principales.
Por otro lado, la cámara sólo cuenta con dos ruedas que permiten controlar diafragma y velocidad, y una de ellas es la de la cruceta que tiene muchas otras funciones. Es una pena que, en el rediseño, no se haya encontrado ocasión para colocar otra rueda en la empuñadura (como tienen sus hermanas mayores).
Así, en cuanto al manejo nos encontramos con un problema que ya apuntamos claramente en el análisis de la A6600: un cuerpo que no está a la altura de las posibilidades de la cámara; un inconveniente que, lejos de haberse solventado, aquí se agrava al desaparecer además los comentados botones de acceso directo.
Por lo demás respecto al manejo, hay que decir que se controla de manera muy similar a cualquiera de sus hermanas. Esto implica también que la pantalla táctil sigue sin tener gran protagonismo y también que cuenta con el ya conocido sistema de menús un tanto complejo (no entendemos porqué no se ha implementado el remozado sistema que presentó la A7S III), pero que los usuarios de la marca ya conocen de sobra.
Por tanto, a pesar de las limitaciones comentadas, la adaptación al manejo es muy rápida para quien ya haya utilizado una cámara de la casa, mientras que el resto de usuarios no deberían encontrar problemas para adaptarse con un poco de aprendizaje.
En cuanto al rendimiento, la A7C funciona con la fluidez que era de esperar, permite disparar muy, muy rápido (abajo una muestra de una secuencia realizada en ráfaga) y, aunque se puede utilizar sin que emita ningún sonido, resulta curioso el sonido de su obturador que es bastante grave, y transmite sensación de “cámara seria”.
En cuanto a la autonomía, hicimos unas 1.500 fotos (y algún vídeo) con sólo dos cargas y porque preferimos no agotar la batería del todo para no correr el riesgo de quedarnos sin energía en medio de una de nuestras sesiones de prueba. Por tanto, parece que este tema está bien resuelto. Lo mismo que la conectividad, que fue como en otros modelos de la casa (bien en líneas generales pero no perfecta) y el estabilizador, que funciona como era de esperar como se puede comprobar en la fotos comparativas de abajo:
Mención aparte tenemos que hacer del enfoque automático, como siempre con estas cámaras uno de sus puntos estrella. Pues bien, lo cierto es que el enfoque resulta muy rápido y totalmente silencioso como casi todas sus hermanas, y que aunque no está pensada para tomas muy rápidas como en deportes o acción, puede desenvolverse bien en estos terrenos.
Respecto al ya recurrente reconocimiento (y seguimiento) de caras, nos pareció que su comportamiento era un poco más “perezoso” que en otros modelos; no es que funcionara mal, pero le costaba un poco reconocer los rostros. Esto puede deberse a varios factores, desde que la cámara es una de las primeras unidades hasta que nosotros no hayamos sido capaces de elegir el modo AF más adecuado.
También puede haber influido el hecho de que muchos de los sujetos enfocados llevaban mascarilla (por los motivos que todos conocemos). Por ejemplo en la toma que tenéis arriba en donde la cámara no fue capaz de reconocer ninguna cara y prefirió centrarse en el elemento más cercano. En cualquier caso, no nos parece que sea algo que haya que tener muy en cuenta para la nota final (y además seguro que podría mejorarse posteriormente a través del firmware).
Calidad, ruido y rendimiento
En el siempre crucial apartado dedicado a la calidad de imagen tenemos que recordar que estamos hablando de un sensor de sobra conocido, con lo que los resultados son equivalentes a los de sus hermanas mayores. Esto significa una gran calidad de imagen, con un excelente nivel de detalle al ampliar las fotos (que, por cierto, tienen un tamaño de 6.000 x 4.000 píxeles).
También destaca por su reproducción del color, un amplio rango dinámico y unos niveles de ruido muy bajos que permiten trabajar hasta niveles de 12.800 ISO sin problemas. Además, tal y como comentamos en el análisis de la Sony A7 III: “la cámara hace un estupendo trabajo de reducción de ruido al procesar los archivos JPEG ofreciendo unas fotos bastante limpias sin que eso suponga un merma exagerada en nitidez”.
En cuanto al rendimiento del nuevo objetivo, aunque se trate de una lente estándar de kit queda claro que no se ha descuidado la calidad. Y es que durante la prueba tuvimos oportunidad de utilizar otros objetivos con lo que hicimos algunas tomas comparativas donde comprobamos que la calidad en el centro es muy similar, y sólo se pierde resolución claramente en las esquinas:
Tampoco hemos visto aberraciones exageradas ni ningún otro defecto demasiado evidente, así que aparte de la incomodidad por ser retráctil y de un recorrido focal algo escaso, su principal defecto estaría en su escasa luminosidad (ƒ4-5.6).
Sony A7C: la opinión de XatakaFoto
Por tanto, la nueva Sony A7C es todo lo que podemos esperar de una sin espejo Sony de formato completo pero… en el cuerpo de una CSC de formato recortado. ¿Y eso que quiere decir? Pues que hereda todo lo bueno de las mejores cámaras de la casa, pero también algunos de los defectos de los modelos menos pro.
Es decir, al haber acogido prácticamente el cuerpo de una Sony A6600, también ha heredado los problemas de ese diseño que ya apuntamos en nuestro análisis y que podemos resumir con la frase “un cuerpo que se queda pequeño para una cámara tan potente.”
El precio es alto y puede echar para atrás tanto a los que buscan un segundo cuerpo como a los que podrían querer "dar el salto" con este modelo
Y es que, como decíamos al inicio, así en principio se nos ocurren dos usuarios potenciales: o bien los profesionales que ya tengan una A7 o A9 y quieran un segundo cuerpo, o bien aquellos que estén pensando en “dar el salto” a una full frame (muchos de ellos usuarios de sus modelos APS-C, como nos contó la propia marca), pero quieren hacerlo con algo lo más compacto posible.
Para los primeros la Sony A7C puede ser una excelente opción con la salvedad de un precio (2.100 euros sólo cuerpo) quizá demasiado alto, y siempre que estén dispuestos a asumir la renuncia que supone este diseño en cuanto al control de las tomas a la hora de trabajar.
Para los segundos, es cierto que si ya son usuarios de, por ejemplo, una A6100, pueden encontrarse rápidamente "como en casa" con la A7C, pero seguramente el alto precio sea una importante barrera. Eso sin mencionar que, para muchos fotógrafos, una de las principales razones para cambiar de cámara es hacerse con una cuyo cuerpo les permita un mejor control, algo que lograrían con una A7 III (por ejemplo) sin que la diferencia de dimensiones sea exagerada.
Porque sí, la A7C puede que sea la cámara sin espejo de formato completo (y con visor y estabilizador integrado) más ligera del mercado, pero la verdad es que comparada con una Sony A7 III la diferencia no es tanta, como se puede apreciar aquí abajo.
Por lo demás, respecto al precio a estas alturas no ha hace falta recalcar que sí, que nos parece que el precio de la A7C es demasiado alto (sólo 200 euros por debajo de la tarifa oficial de la A7 III); pero sí nos gustaría recordar aquello de que no podemos decir que la cámara no valga lo que cuesta, pero sí que cuesta más de lo que nos parece sería adecuado a los posibles compradores.
Por supuesto bajará de precio, y entonces quizá esta atractiva cámara (cuya nota final roza el sobresaliente) pueda ser objeto de deseo de muchos compradores; incluyendo ¿por qué no? a los street photographers, un género en el cual Sony no tiene mucha presencia pero donde, por su estética, rapidez y posibilidades AF, la A7C podría convencer a muchos.
La nota de la Sony A7C en Xataka Foto
8.9
A favor
- Calidad de imagen
- Tamaño compacto para una FF
- Rendimiento, rapidez y autonomía
En contra
- Escasez de controles
- Visor algo pequeño
- Sistema de menús no actualizado
La cámara ha sido cedida para el análisis por parte de Sony. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
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