En la primera parte nos centramos en las grandes bazas de esta preciosidad: su(s) visor(es) y sus controles manuales, y ya vimos cómo a tanta luz le acompañaba alguna pequeña sombra. Hoy vamos a hacer un repaso más convencional por las opciones que nos ofrece como cámara (que os adelanto que en muchos casos no son nada convencionales), y por los resultados que nos ofrece.
Haciendo un repaso rápido por sus especificaciones, nos encontramos con un objetivo de 23mm con una apertura máxima de f/2.0, que unido a su sensor de tamaño APS-C nos ofrece un ángulo equivalente a los clásicos angulares de 35mm en formato completo.
La combinación de esta distancia focal, luminosidad, y la capacidad de enfocar desde los 10 centímetros en modo macro, nos ofrecen a priori uno de los conjuntos más versátiles dentro de las compactas de focal fija.
A sus visores les acompaña una pantalla de 2.7” y 480.000 puntos que se ve estupendamente, y cumple muy bien su función, pero que queda ligeramente por detrás de las de algunas de sus competidoras, que con tamaños de 3” ya se están acercando al millón de píxeles.
Un interfaz de usuario que nos exigirá cierto esfuerzo
Fujifilm ha decidido organizar todas y cada una de las opciones de su cámara en dos únicas pestañas, relegando algunas de ellas al fondo de un menú que se hace largo y desorganizado.
Afortunadamente, tenemos un botón personalizable “Fn” donde podemos colocar cualquiera de las más usuales (se realiza dejándolo apretado unos segundos, gracias al último firmware), y que inicialmente está asignado al cambio de ISO, aunque esto no siempre es suficiente.
En una mañana de callejeo, por ejemplo me encontré con que tenía que andar quitando y poniendo el filtro ND, que veremos a continuación, así que tuve que perder el acceso rápido al ISO. Lo mismo ocurre si queremos conmutar rápidamente al vídeo o a la previsualización de profundidad de campo, que en muchos cuerpos tienen controles dedicados.
En cambio, tenemos por ejemplo dos botones específicos para personalizar la visualización (“DISP/BACK” y “VIEW MODE”), y uno para activar o desactivar el disparo en RAW, y accesos directos al modo macro, al flash o al balance de blancos desde la cruceta.
Para mi gusto, algunos de estos son valores que se configuran una vez, y no se tocan en mucho tiempo, así que para una futura actualización de la x100 aconsejaría que su funcionalidad fuera también seleccionable.
Quizá en una cámara menos “especial”, o de una gama inferior, ni tan siquiera habríamos comentado este aspecto, pero la x100 está ideada para que todo esté al alcance de la mano, y es una lástima que no siempre sea así. Afortunadamente, el firmware 1.10 ya mejoró alguno de estos aspectos, con lo cual esperamos que Fuji siga por la misma senda y continúe escuchando a los muchos fans de esta cámara.
Algunas joyas escondidas entre los menús
Una opción que quizá debería tener más protagonismo es el mencionado filtro ND de tres pasos, que podemos activar o desactivar desde una opción de menú, y que puede resultar imprescindible cuando queramos utilizar la máxima apertura a plena luz del día, ya que la obturación máxima de 1/4000” sólo está disponible aperturas iguales o superiores a F8, bajando hasta unos mucho más moderados 1/1000” a F2. También nos será útil, por supuesto, para hacer fotografías de larga exposición sin usar elementos externos.
Siguiendo con las opciones, para una cámara tan adaptada al callejeo como ésta, es interesante por ejemplo encontrar un “modo silencio“ específico, que deshabilita todo tipo de sonidos y de destellos (tanto el flash como la luz de ayuda al enfoque). Usando este modo, y gracias a lo sutil que resulta también su obturador, podemos hacer robados que con otras cámaras similares acabarían con una mirada incómoda del retratado.
Dentro del menú “DRIVE”, en la parte superior de la cruceta, encontramos todos los tipos de disparo: simple, en réfaga, horiquillados, panorámico, o vídeo. Si os estáis preguntando por qué está ahí esa última opción, bienvenidos al club. Como ya hemos dicho, la organización es bastante sui géneris, aunque con el tiempo acabas haciéndote a ella.
El barrido panorámico es una opción interesante, aunque ya es vieja conocida de muchas cámaras. En este caso, nos da la opción de realizarlo en cualquier dirección, y funciona relativamente bien, aunque si lo hacemos a mano tendremos que tener una cierta sangre fría para mantener el pulso sin que nos distraiga el incesante taca-taca del obturador, o una frecuencia de refresco que resulta menor de lo deseable, si no queremos que la imagen pegue algún que otro salto.
Las ráfagas y horquillados son muy rápidos y cómodos, gracias a las cinco tomas por segundo que es capaz de realizar la x100, que la colocan entre las compactas más veloces. Los horquillados, por un lado, son bastante versátiles, al poder realizarse sobre varios parámetros, aunque es una lástima que estén limitados a tres fotos, insuficientes por ejemplo para realizar tomas HDR con mucha diferencia de exposición.
Un detalle que me ha gustado mucho de las ráfagas es que se agrupan automáticamente todas las fotos, haciendo mucho más cómoda la visualización. El enorme handicap que nos encontramos es la lentísima velocidad de grabación: en un par de segundos tendremos nuestras siete RAWs o diez JPGs, pero tendremos que esperar entre 10 y 25 segundos (según si usamos JPG, RAW, o ambos) hasta que volvamos a tener disponible la cámara. Si es necesario, podemos cancelar la grabación en cualquier momento, mandando al limbo las fotos que quedasen por almacenar.
Esta lentitud se aprecia también en el encendido (rápido, pero no instantáneo) y en cualquier proceso que acceda a la tarjeta SD. La prueba se realizó con una Sandisk Extreme de clase 6 y 20MB/s que, si bien no es el tope de gama, en otras cámaras funciona con muchísima más agilidad.
Aunque no he podido comprobarlo, he leído comentarios que indican que todo es mucho más rápido si subimos a tarjetas de clase 10 de 40MB/s o más, así que en este caso os aconsejaría encarecidamente apostar por las mejores tarjetas de memoria que podáis conseguir. No esperaría milagros, de todas formas, porque usando la memoria interna (casi testimonial, ya que sólo aloja 4 JPGs a máxima calidad), los tiempos de espera siguen siendo bastante grandes.
Calidad de imagen para dar y regalar
Llegamos por fin a uno de los puntos fuertes de la cámara, y es que tanto la lente como el sensor están entre los mejores de su categoría. Incluso comparándola con cámaras réflex APS con lentes de gama alta, los resultados salen muy bien parados, destacando el poco ruido a ISOs altos y la nitidez y ausencia de aberraciones, viñeteo o distorsiones en el objetivo.
Todas las fotografías que os mostramos en el análisis son JPGs directos de la cámara, con los ajustes de revelado por defecto. Si bien para una cámara de esta categoría creo que la gran mayoría de sus usuarios trabajarán en RAW, me parece la manera más justa de mostrar lo que puede ofrecernos un revelado “estándar”.
En las aproximaciones al 100% que os ofrecemos en algunos casos podéis ver como la nitidez es muy alta incluso a f/2.0 o sensibilidades altas. Aún así, podremos mejorar estos resultados trabajado con un revelador RAW, consiguiendo unas imágenes muy detalladas y prácticamente ausentes de ruido a ISO 1600, y bastante aprovechables hasta los 6400.
En cuanto al objetivo, nos constará mucho encontrar alguna aberración o distorsión, y aunque la calidad máxima se consiga a partir de f/4, la diferencia con la que conseguimos a su máxima apertura es tan pequeña que yo no dudaría en utilizar sus f/2.0 siempre que tengamos poca luz o que queramos minimizar la profundidad de campo.
A día de hoy, Adobe Camera Raw permite trabajar sin problemas con sus ficheros, aunque todavía tiene ciertos problemas a la hora de detectar la información EXIF y de luminosidad. En futuras versiones de Lightroom sería también ideal que se detectasen las ráfagas como grupos, al igual que lo hace la cámara, pero dudo que ambos fabricantes lleguen a tal punto de compenetración.
Volviendo a la cámara, tenemos la ya típica extensión del rango dinámico (DRO), que gracias al excelente sensor da un resultado bastante bueno, a trevés de sus tres niveles configurables (100%, 200% y 400%). Por algún motivo, incluso en condiciones de buena luz, los dos últimos exigen utilizar ISOs altos, algo complicado de entender dado que el máximo rango dinámico del sensor se alcanza trabajando a la mínima sensibilidad.
Lo que en otras cámaras son “modos artísticos”, aquí se ha convertido en una simulación de película bastante interesante, con tres modos de color (Provia, Velvia y Astia), y un conjunto de conversiones al blanco y negro que (¡por fin!) resultan la mar de útiles, ya que simulan la colocación de distintos filtros de color (amarillo, rojo y verde). No habría estado mal la simulación de algún carrete con un grano más marcado, pero no es nada que no se puede conseguir en postproceso.
Para los que trabajéis para clientes con poca paciencia, es interesante ver cómo se ha incluido dentro de la propia cámara un motor de revelado RAW bastante potente, que nos deja jugar con absolutamente todos los parámetros (incluyendo por ejemplo las emulaciones de carrete y los pasos a blanco y negro), obteniendo todos los JPGs que sean necesarios.
Aunque cada vez es más común esta opción, me parece de las mejores implementaciones que he visto, y sólo le faltaría añadir que la vista previa del RAW se vaya actualizando con cada cambio, ya que si estamos probando ajustes tendremos que procesarlo una y otra vez hasta atinar con el adecuado, volviendo a comenzar cada vez que guardemos un JPG.
Con esto cerramos el análisis más técnico, dejando para el siguiente el que quizá sea más importante: algunas conclusiones, y su posición en el mercado de las cámaras portáiles y callejeras.
En Xataka Foto | FinePix x100: Híbrido objeto de deseo (I) (III)
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