Desde que vimos las primeras imágenes de esta preciosa compacta hace prácticamente un año ya supimos que se convertiría en un objeto de deseo para fotógrafos: a un aspecto retro, “más Leica que algunas Leicas”, se unía un objetivo fijo de 23mm (léase, 35mm equivalentes) y f/2.0, con diafragma de nueve hojas, y un novedoso visor híbrido, a caballo entre la electrónica más puntera y la óptica más clásica.
En Xataka Foto hemos tenido la ocasión de probarla, con un objetivo claro en la mente: ¿cumple la cámara las expectativas que ha generado? Para ello, vamos a obviar algunas características más que conocidas (podéis repasar artículos anteriores) y, adelantando las conclusiones, os puedo decir que la cámara ha demostrado ser única en su categoría en muchos de sus aspectos, superando el sobresaliente en la mayoría, pero quedándose en el aprobado raspado en unos pocos que deslucen el expediente.
La unidad probada venía con el firwmare 1.01, que se actualizó posteriormente al 1.10. Recomendamos encarecidamente hacerlo, ya que se mejora la velocidad general de la cámara (incluyendo el autofocus), y se corrigen varios errores importantes.
La exposición, al alcance de los dedos
La primera impresión, desde luego, no podía ser mejor: un acabado metálico robusto y elegante para los controles superiores, y un agarre cómodo y con el toque justo de rugosidad, y un completo juego de controles manuales que despertará los instintos de los fotógrafos más aficionados a las ruedas y los diales, sin olvidar al mundo automático y semiautomático.
Así, disponemos de una rueda de aperturas en el objetivo, que nos permite llegar del f/2.0 al f/16.0 en seis “clics”, por pasos completos de exposición, y de allí a un modo automático, en que la cámara controla este parámetro (prioridad a la obturación).
La rueda de exposición funciona de manera muy similar, con valores entre 1/4000 y 4 segundos, junto con los modos B y T para exposiciones largas y nuevamente un modo automático marcado como “A”, para trabajar en prioridad a la apertura.
El modo más automático, que en este caso es el programado o “P”, se consigue colocando ambos controles modo “A”. En cualquiera de los casos podemos afinar la luminosidad usando una tercera rueda de compensación de exposición con valores entre -2EV y 2EV y que, por cierto, tiene una cierta tendencia a moverse con el más mínimo roce. Afortunadamente, siempre tendremos este dato en el display, para comprobar si se nos ha ido el dedo más de la cuenta.
También, si los pasos completos no son suficientemente precisos, podemos afinarlos en tercios de pasos usando una pequeña palanca de color negro ubicada en la parte posterior de la cámara, que nos servirá también para activar la ayuda al enfoque, que veremos a continuación.
Dos visores con dos enfoques distintos
La palanca que más llamará la atención a los usuarios “de toda la vida”, de todas formas, se encuentra en el frontal, con un aspecto y un tacto muy telemétrico. Su función es alternar entre el visor híbrido y el electrónico, las auténticas estrellas de la cámara.
El modo electrónico es muy parecido al que podemos encontrar en otras compactas del mercado, y básicamente ofrece la misma información que en la pantalla trasera, pero con aún más calidad y resolución (1.44Mpixels frente a 480.000). En ambos casos podemos personalizar la cantidad de información llegando hasta una saturación de datos que puede ser excesiva para algunos (histograma, horizonte artificial, valores de exposición, escala de enfoque, etc.).
En cuanto al modo híbrido, consiste en un visor óptico estándar (convenientemente calibrado para prevenir errores de paralaje), al que se suporpone, gracias a un ingenioso sistema de espejos, la información del visor electrónico. Así, tenemos guías de encuadre, ya que (al igual que en las cámaras telemétricas) vemos más de lo que vamos a fotografiar, la misma información de exposición que en el caso anterior, y la información de enfoque.
Este último punto es importante, ya que al “mirar por una ventana”, todo estará completamente enfocado, y dependemos de la información superpuesta para saber si se ha confirmado el enfoque, y de qué manera. Para ello podemos ver el punto de enfoque seleccionado, y la distancia a la que se encuentra el mismo dentro de la escala.
Con el día a día me he encontrando alternado, de manera cada vez más natural, entre estos dos mundos: híbrido para el callejeo, donde prima el encuadre frente a la técnica, y electrónico para afinar parámetros o enfoque. La pantalla trasera es un complemento en el primer caso y un elemento redundante en el segundo, y si lo vemos así podemos configurarla para que sólo nos muestre sólo los parámetros y no la imagen.
Algunos problemas de enfoque
El autofocus podríamos decir que es bastante rápido pero no sobresaliente, a la altura de las mejores EVIL de hace un año, aunque sobrepasado por las últimas apuestas de Panasonic y Olympus. Usando el botón “AF” y una combinación de los demás controles, podemos definir el tamaño del área de enfoque, y moverla por la pantalla, de una manera relativamente cómoda. Por desgracia, todo no es perfecto, y nos encontramos con un importante escollo: el enfoque manual.
Por un lado tenemos el problema de que con el visor híbrido no tenemos ninguna información que nos permita enfocar manualmente, más allá de la escala de distancias de la parte inferior, y por otro nos encontramos con que la rueda de enfoque del objetivo es tan lenta y sutil que nos hará darle vueltas y más vueltas para llegar desde los 10 centímetros del modo macro hasta la distancia deseada.
Si tenemos todo el tiempo del mundo, podemos usar el visor electrónico o la pantalla posterior, activando la ayuda al enfoque, aunque con un nivel de ampliación fijo y menor que en algunas cámaras de la competencia, y una velocidad de refresco que no destaca en condiciones de baja luminosidad.
En resumen diríamos que cuando no queramos o podamos usar el autofoco, la manera de trabajo más cómoda será el preenfoque por escala de distancia, pero la lentitud de la rueda hace que tardemos menos en cambiar esta distancia desplazándonos nosotros, siempre que sea posible, antes que usando el dial. Como siempre, lo que para algunos fotógrafos será un hecho trivial, para otros puede arruinar “la foto”.
Dejamos aquí esta parte del análisis, después de repasar las grandes novedades que nos ofrece esta x100. En el próximo post cerraremos la parte técnica, comentando su excelente calidad de imagen y el resto de opciones que nos ofrece, para pasar después a las sensaciones de uso y una comparativa con sus principales alternativas y referencias. Permanezcan atentos a sus pantallas.
En Xataka Foto | FinePix x100: híbrido objeto de deseo (II) (III)
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