Contrariamente a lo que se suele decir, hacer fotos permite disfrutar más de las cosas que nos pasan diariamente o de los acontecimientos especiales de nuestra vida. Al menos eso es lo que concluye este estudio publicado en una revista de la American Psychological Association y realizado por tres investigadores de diferentes universidades norteamericanas.
Interesados por saber cómo influye en nuestras vidas el hecho de que en los últimos años se hagan fotos de forma masiva, estos investigadores diseñaron una serie de experimentos, tres de campo y seis de laboratorio, para tratar de desentrañar esta cuestión. Entre las pruebas, quizá la más interesante fue la realización de un tour en autobús turístico (de esos de dos pisos) con dos grupos de asistentes. A uno de ellos se les pidió que hicieran fotos, y a otros se les prohibió hacerlo, y posteriormente se les preguntó por cómo habían vivido la experiencia.
Tras analizar los resultados de éste y el resto de experimentos, los investigadores llegaron a una serie de conlcusiones como que “la toma de fotografías aumenta el compromiso con la experiencia”, aunque advierten que esto “es menos probable cuando la experiencia en sí misma es muy atractiva o cuando hacer fotos interfiere con la experiencia.”
Porque el estudio tampoco se olvida de que hay veces tratar de hacer fotos es algo que puede perjudicar la experiencia y hacernos perder cosas. Es el caso de deportes que se suceden de forma muy rápida (donde hacer fotos puede hacer que no veamos un momento clave), una reunión de amigos (donde puede hacer que nos abstraigamos de la conversación), o situaciones difíciles de capturar (como la inmensidad del paisaje en el Gran Cañón) que pueden frustarnos.
En cualquier caso, el estudio afirma que en líneas generales hacer fotos sí que aumenta el disfrute, gracias, como decíamos, a nuestro mayor compromiso con la experiencia. Algo que se explica en parte porque nuestra atención visual se dirige de forma más directa en el momento, lo que no ocurre de igual modo si no estamos haciendo fotos.
Por otro lado, aunque se confiesan incapaces de momento de determinar de qué manera influye el hecho de hacer fotos en nuestra capacidad de memoria, sí que afirman que ver las imágenes a posteriori debería aumentar el disfrute, especialmente "si se revisan tras el paso de unos cuantos años desde que fueron tomadas."
Así que la próxima vez que alguien te diga eso de “deja la cámara y disfruta de la experiencia”, quizá esté equivocado. Lo que no quita para que empecemos a pensar si hay situaciones, como los conciertos musicales, en los que la obsesión de la gente por hacer fotos y grabar vídeo está llegando a límites insostenibles.
Vía | Popular Photography
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Foto de portada | Quinten de Graaf