Acordes y desacuerdos sobre el último Premio Nacional de Fotografía

El Premio Nacional de Fotografía es uno de los premios más importantes que puede recibir un fotógrafo español. Es el reconocimiento a una carrera o a una actividad a lo largo del año que se entrega. Este año ha recaído en Ana Teresa Ortega Aznar, una fotógrafa desconocida para el gran público y parte del mundillo fotográfico. Así que hemos decidido analizar su obra para tratar de entenderla.

Los premios siempre son polémicos. La gente se divide entre los que aplauden la decisión y los que la cuestionan. En esta ocasión ha sido curioso... Nadie parece conocer a Ana Teresa Ortega Aznar, no hay muchas fotos de ella circulando por las redes (casi todo el mundo ha utilizado las mismas) y su obra solo es reconocida en un entorno universitario.

Enseguida saltaron las voces discordantes (desde los que se quejan del premio hasta los que critican a los que no saben quién es) y las consignas políticas incomprensibles que corrompen y ensucian todo lo que tocan últimamente.

Se ha olvidado la fotografía, el significado de la obra de la autora y su calidad. Un premio de semejante calibre solo debería recaer en aquellos autores que han marcado a la sociedad o al menos han llamado la atención al mundo cultural. Pero a lo mejor estamos equivocados.

¿Cómo funciona el Premio Nacional de Fotografía?

Este premio es una reivindicación de muchos años. Siempre ha sido el patito feo de las bellas artes. Por ejemplo, hasta que se otorgó por primera vez a Gabriel Cualladó en 1994 no existía un premio institucional que reconociera la labor de los fotógrafos. Estábamos englobados dentro de las Artes Plásticas y solo se acordaron de dos fotógrafos: Catalá Roca y Centelles.

La primera vez que se convocó el premio la intención era:

...reconocer y recompensar la labor de personas físicas o jurídicas puesta de manifiesto a través de una obra o del patrocinio u organización de actos o acontecimientos relacionados con el mundo de la fotografía, de interés cultural relevante, realizados durante 1993

Como siempre el lenguaje burocrático empeñado en ser directo, claro y comprensible. Luego ya veremos cómo es el lenguaje artístico...

Lo primero que sorprende y llama la atención es que este premio no nació solo para reconocer el trabajo de toda una vida. Es algo que se mantiene hasta hoy, como podemos leer en la última convocatoria:

Asimismo, establece la citada orden que los premios nacionales se otorgarán como recompensa y reconocimiento a la meritoria labor de los galardonados en cada uno de los ámbitos culturales, puesta de manifiesto a través de una obra o actuación hecha pública o representada durante el ejercicio anterior, o, en casos excepcionales, debidamente motivados, como reconocimiento a una trayectoria profesional.

Muchos hemos creído que siempre es por la trayectoria del fotógrafo pero lo puedes recibir por hacer algo significativo en el año en el que se otorga. Esto podría explicar algunos de los premiados a lo largo de todos estos últimos años...

¿Pero cómo se elige a los candidatos?

Este es un tema que siempre me ha llenado de dudas e indignación. Todavía hay muchos artistas que no han recibido este premio. José Manuel Navia, Vicente López Tofiño, Sandra Balsells, Tino Soriano... Después de leer el BOE, donde están las bases, entendí todo:

Los candidatos a los Premios Nacionales de Artes Plásticas, de Fotografía, de Diseño de Moda, de Restauración y Conservación de Bienes Culturales y de Tauromaquia serán presentados por los miembros del Jurado o por las entidades culturales o profesionales relacionadas con los diferentes ámbitos culturales, mediante propuestas razonadas dirigidas al Director General de Bellas Artes. En este último caso, el plazo para la presentación de las propuestas y la documentación necesaria será de dos meses a contar desde la fecha de publicación de la presente resolución en el «Boletín Oficial del Estado»

En este caso todos los miembros del jurado eran del ámbito universitario, como Josep Benlloch Serrano, profesor titular y director del Máster de Fotografía de la Universidad Politécnica de Valencia. Así que puede entenderse, desde un punto de vista formal, que seleccionaran previamente a Ana Teresa Ortega Aznar, profesora titular de la Facultad de Bellas Artes de Valencia y codirectora del Máster en Fotografía, Arte y Técnica de la Universidad Politécnica de Valencia.

Y tocaría discutir si sería necesario contar con una lista de candidatos relevantes para dar este premio de suma importancia y algún miembro en el jurado que conozca cómo se desarrolla el mundo fotográfico fuera del círculo cerrado en el que se pueden mover los jueces...

La relevancia del trabajo de Ana Teresa Ortega Aznar

Muchas veces tendemos a decir que la obra de un fotógrafo nos gusta o nos gusta. Y no aportamos nada más. Incluso algunos se han ofendido en las redes sociales con los que reconocen que no habían oído hablar de ella...

El trabajo de Ana Teresa Ortega Aznar no es conocido. He preguntado a muchos fotógrafos y aficionados y a unos pocos les sonaba el nombre. Y lo que más me ha gustado, muchos han decidido estudiar su obra para tener una opinión.

Hay muchas formas de analizar la obra de un autor. Creo que para reconocerle como alguien importante o merecedor de un premio de semejante importancia tendría que sustentarse por su propio peso, saber cómo se expresa, su gramática.

Podemos acudir a las propuestas de Javier Marzal Felici en 'Cómo se lee una fotografía' pero para encontrar si el trabajo de un autor es relevante estudio su lenguaje fotográfico según las bases que ha propuesto Óscar Colorado Nates; y que he adaptado para intentar hacerlo más sencillo (mil perdones).

El estilo de Ana Teresa Ortega Aznar

Así que, en teoría, definir el estilo fotográfico es una tarea sencilla. Es la forma en la que cada fotógrafo utiliza el lenguaje fotográfico, que puede explicarse en 6 bases:

1. Atributos fotográficos: los aspectos técnicos de sus trabajos: el enfoque, exposición, tipo de cámara…
2. Composición: La organización en el plano de los elementos dentro de las series de la autora para dirigir la mirada y descubrir su ritmo.
3. Contenido e intención: cuál es la narrativa visual de la obra en cuestión. Si depende de otras para justificarse o funciona como unidad. Descubrir el propósito del autor.
4. Género: retrato, arquitectura… si la identificamos con un género nos podemos fijar en las reglas que se han utilizado y descubrir si estamos ante una imagen canónica o si está aportando elementos nuevos.
5. Autoría: siempre ayuda conocer al autor para situar su trabajo correctamente.
6. Elementos semióticos: descubrir qué es lo que significa según la semiótica de Charles Sanders Pierce. Esto nos permitirá llegar a la conclusión de si lo que estamos viendo puede ser calificado como arte.

Es muy largo detenerse en todos los puntos en este artículo. No me queda más remedio que hacer un pequeño resumen y que cada uno saque sus propias conclusiones, faltaría más.

Durante 2019 la autora tuvo una exposición retrospectiva en su tierra, comisariada por Josep Benlloch Serrano, en el Centre del Carme Cultura Contemporánea y que se podrá ver en el Museo Universidad de Navarra a partir del 14 de abril de 2021. Aquí puede que esté el origen de la propuesta para el premio en 2020.

No he visto ni la exposición ni su trabajo en persona. Todo lo he encontrado a través de internet. No conozco su obra profundamente. Me tengo que guiar por lo que comenta el comisario de su obra:

a lo largo de los últimos treinta años Ana Teresa Ortega ha desarrollado un trabajo de gran interés constituyendo una parte fundamental del arte contemporáneo de nuestra Comunitat cuando hablamos de fotografía” y ha añadido que “esta exposición nos permite observar en conjunto toda su obra, definiendo los intereses comunes a toda su trayectoria, que no obstante va adoptando diferentes formas y soportes, constatando en su trabajo una cierta primacía de lo conceptual y lo reflexivo sobre lo formal y lo estético.

En la retrospectiva vemos la evolución de la autora desde las fotografías escultóricas de su primera época hasta llegar a sus últimas series donde investiga y profundiza en los lugares perdidos y desconocidos de la memoria histórica de nuestro país con una mirada distante. Y por supuesto apuesta por obras de gran tamaño, como si fuera miembro de la escuela de Düsseldorf. Son 9 series en total.

Parece que no es fiel a ningún soporte. Su fotografía se mueve entre el blanco y negro contrastado y el color poco saturado. Sus fotografías tocan varios palos a la hora de componer y encuadrar, desde la aparente toma directa de la fotografía conceptual al movimiento y trepidación asociada a la fotografía artística.

Sigue los preceptos de la fotografía conceptual, disfrazada muchas veces de documentalismo. Lo importante son las ideas y los conceptos que quiere mostrar, mucho más que cualquier aspecto relacionado con la calidad técnica.

Lo que veo en su trabajo no me llama la atención porque ya lo he visto en más ocasiones. Solo hace falta perderse por ARCO o incluso por las pocas salas que apuestan por la fotografía en ESTAMPA para ver una tendencia que parece que lleva 30 años entre nosotros.

Aprecio mucho más todo el trabajo de documentación histórica que se ve detrás que su obra, sobre todo en las últimas series. No llego a conectar con su representación de la realidad. Es verdad que está alejada del gran público y que parece no importarle, pero también es verdad que está cerca de los gustos de las galerías y grandes ferias.

En su biografía señala, con un lenguaje conceptual y profundo como su obra, que:

...reflexiona sobre los media como territorio de dominación y su efecto en una sociedad que ha olvidado como se piensa históricamente, el tema del exilio como evocación alegórica de diversas formas de olvido y exclusión así como la disolución de la memoria de la historia que desde diferentes estrategias discursivas incide en cómo nuestra cultura se ha construido y se construye en buena medida sobre la desmemoria, sobre el olvido intencionado. Estos temas van a ser tratados de manera reiterada y constituyen la piedra angular de su trabajo.

Si nos fijamos en sus libros la gran mayoría están publicados en las instituciones públicas de la tierra donde trabaja, por galerías de arte y por editoriales universitarias. Esto explica que muchos no conozcamos su obra y no nos sonara cuando le otorgaron el importante premio nacional.

Quedaría por ver los aspectos semióticos de su obra. Aquí un buen estudioso podría dilucidar si el trabajo de Ana Teresa Ortega Aznar puede ser calificado como arte. No me queda más remedio que entrar en una valoración personal. Sus fotografías, que no he podido ver en persona, no me emocionan. No me hacen pensar y siento rechazo cuando una exposición se abre con un sesudo texto con palabras pomposas como las que podemos leer dos párrafos más arriba.

Sinceramente no me gusta el último Premio Nacional de Fotografía. Más que una fotógrafa, es alguien que utiliza la cámara porque desconoce los rudimentos de otros instrumentos como el pincel, la pluma o el cincel. Piensa más en el efecto que creará en la galería o en la sala del museo que emocionar al espectador.

Entre los galardonados con el Premio Nacional hay muchos pesos pesados de la fotografía, toda una generación que nos ha llevado al punto dulce en el que nos encontramos. Faltan muchos todavía por reconocer, como ya he señalado. ¿Vosotros qué pensáis? ¿A quién se lo hubierais dado?