La Fundación Mapfre de Madrid ha presentado la exposición retrospectiva sobre Bill Brandt, uno de los fotógrafos británicos más influyentes del siglo XX. A través de 186 positivos originales conoceremos a fondo el estilo de un autor que se reconoció deudor de Atget y que renegó de su sangre alemana por su antipatía hacia el régimen nazi.
Bill Brandt es quizás uno de los fotógrafos que mejor han trabajado en el laboratorio para buscar un estilo personal reconocible. No buscaba la realidad en sus copias, sino su forma de ver el mundo. Y esto es algo que no podemos separar de su trabajo.
A lo largo de la exposición que podemos ver en la Fundación Mapfre de Madrid conoceremos, como cuentan las primeras líneas de su biografía, a:
un hombre que amaba los secretos y los necesitaba. La cara que presentaba al mundo era la de un caballero nacido en Inglaterra, alguien que fácilmente podía armonizar en las carreras de Ascot que tanto le gustaba fotografiar.
El recorrido está dividido en seis secciones que nos permiten conocer todos los campos que tocó en la fotografía, desde la callejera hasta el desnudo o el retrato. Y en todos y cada uno de ellos el trabajo en el laboratorio se convierte en algo esencial.
Un fotógrafo único
No responde al patrón de los fotógrafos humanistas de mediados del siglo XX. Ni siquiera salía a buscar la imagen, sino que muchas veces se servía de la escenificación para conseguir sus objetivos. Muchos de los disparos callejeros que vemos están protagonizados por sus familiares y amigos.
Es una visión teatral de la vida cercana a su forma de ver el mundo. El espectador se siente atrapado al contemplar situaciones y personajes que parecen reales (ojo, muchas veces lo son) pero te cuesta distinguir si es momento real o imaginado.
Esta forma de trabajar, al principio de su carrera, marcará su trayectoria y definirá su estilo cuando se enfrente a los retratos y a los desnudos. Por ejemplo, cuando publicó 'A night in London' (1938), con la inspiración del trabajo de Brassai en París, utilizó a su familia y su entorno para conseguir un ambiente similar.
Sus retratos se publicaron en varias revistas. Son contrastados, extraños y perfectos. Delatan el conocimiento que tenía de la persona que posaba para él. Era un fotógrafo con una formación exquisita y un gusto único para reconocer a las grandes personalidades. Y llegó a centrarse solo en los ojos de los personajes para contarnos cómo eran.
Se enfrentaba al paisaje como un pintor. Si hubiera vivido en la actualidad sería, sin duda, un virtuoso del ordenador sin caer en los tópicos de algunos neopictorialistas. El contraste siempre está presente, con negros muy profundos. Y si necesitaba una doble exposición en el laboratorio, no tenía ningún problema en hacerlo.
El desnudo era su género favorito, tal como cuenta en la entrevista que podemos ver al final de la exposición. Incluso utilizó una cámara angular extrema, una Hasselblad que podemos ver, para generar esas distorsiones tan parecidas al trabajo de uno de sus escultores más admirados.
En definitiva, estamos ante una exposición que no nos podemos perder para aprender y entender a uno de los mejores fotógrafos británicos (nacido alemán) del siglo XX. La Fundación Mapfre ha conseguido de nuevo atraer todas las miradas de los fotógrafos que entendemos que no somos nada si no conocemos el pasado. Y Bill Brandt es uno de los autores más modernos de la historia. Murió en 1983 pero podría pasar como un fotógrafo actual.
La exposición estará abierta hasta el 29 de agosto en la Fundación Mapfre Sala Recoletos (Paseo de Recoletos 23, Madrid).
- Bill Brandt
- Horario: Lunes (exceptofestivos) de 14:00 a 20:00h. Martes a sábados de 11:00 a 20:00h. Domingos y festivos de 11:00 a 19:00h.
- Sala Recoletos Paseo de Recoletos 23, Madrid
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