Olympus, quién te ha visto y quién te ve... No comparto esa absurda práctica de la fotografía mercantil que convierte a la gente, más que en fotógrafos, en cruzados dispuestos a defender y exaltar las virtudes de su marca favorita ignorando los vicios de la misma, pero aun no compartiendola, haré una excepción y escribiré esto vestido de Olympista, porque el salto de la película al megapixel lo hice de la mano de una Olympus E-520 y porque estamos hablando de una de las más importantes firmas de la industria.
La noticia, que algunos ya conoceréis, es que Olympus ha reconocido, para inquietud de sus accionistas, que lleva ocultando pérdidas millonarias desde hace más de 20 años y mucho me temo que ésto no es más que la punta del iceberg y que la empresa nipona seguirá dejando titulares próximamente. Voy a intentar hacer un ejercicio de síntesis y explicar cómo han ido sucediendo los acontecimientos desde principios de octubre, cuando comienza a destaparse el escándalo.
Todo comienza con el despido del británico Michael Woodford, a la sazón director general de Olympus, el pasado 14 de octubre con la vaga excusa de que había resultado imposible conciliar dos formas de ver y entender el negocio. Aunque en principio se aceptó, no sin extrañeza, que la distancia cultural entre Occidente y Oriente era el único detonante del despido (pocos meses después de haber tomado el cargo) no tardaron en filtrarse las primeras informaciones de que había algo más.
Woodford había encontrado irregularidades en una serie de pagos realizados los años anteriores. En concreto, casi 700 millones de dólares habían ido a parar a terceros tras la adquisición de Gyrus, una empresa de equipos médicos, por parte de Olympus. Woodford denunció en una entrevista que fue despedido por intentar investigar y aclarar estos pagos. La primera consecuencia fue un desplome de las cotizaciones de la firma en bolsa.
A partir de aquí la historia se vuelve más rocambolesca por momentos. Se filtra que esos casi 700 millones de dólares fueron ingresados en cuentas bancarias de las Islas Caimán (recurso, éste, muy peliculero) y que Michael Woodford, temiendo por su seguridad personal, reclama protección policial ante las posibles represalias de la empresa, en lo que hubiese sido más propio de la Yakuza que de una empresa de tecnología. Llegados a este punto, hemos de dar las gracias a los compañeros británicos de Amateur Photographer, quienes han seguido el serial capítulo a capítulo alentados, supongo, por la defensa de un compatriota.
Una semana después, sobre el 20 de octubre, el señor Woodford había denunciado el caso ante un organismo inglés encargado de investigar este tipo de fraudes. La respuesta de Olympus fue reconocer el pago de esa cantidad de dinero a unos asesores fiscales pero negando los extremos que hablaban de terceras personas en paraísos fiscales como las citadas Islas Caimán. Era un intento de seguir encubriendo la mentira.
Llegados a este punto de no retorno la agencia Reuters publica una información que relaciona los pagos irregulares con un ex banquero de Wall Street y propietario de una (literalmente) “oscura empresa financiera” de los Estados Unidos. El río sigue su cauce y éste le lleva, no podía ser de otra forma, a la entrada en escena del FBI, de quien se dice que está investigando el asunto, aunque sin confirmación oficial. En medio de esta vorágine informativa, el 26 de octubre dimite Tsuyoshi Kikukawa, presidente de Olympus. Mientras tanto, el precio de las acciones de la firma han perdido un 50% de su valor.
El revuelo, a estas alturas de la película, es de tal magnitud que hasta Yoshihiko Noda, Primer Ministro japonés, ha de salir en defensa del honor de Olympus y los japoneses en general. A primeros de noviembre, el nuevo presidente de la firma, Shuichi Takayama, crea una comisión de investigación interna liderada por Tatsuo Kainaka, ex juez del Tribunal Supremo japonés.
Lo último que sabemos es que esa comisión ha descubierto que el vicepresidente Hisashi Mori estaba implicado en el escándalo de esos pagos irregulares, por lo que también ha sido despedido, y que la adquisición de la misma se enmarca dentro de las operaciones llevadas a cabo por algunos dirigentes para tapar las pérdidas millonarias que venía sufriendo la empresa. Se dice que el escándalo podría provocar que Olympus dejase de cotizar en bolsa. Yo pensaba que lo que acabaría con este gigante de la fotografía serían equivocadas estrategias comerciales como la de aparcar el segmento de las DSLR, pero parece que la autodestrucción viene por otros caminos. Seguiremos estando atentos a cualquier información relevante sobre el asunto.
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