La creación artística, por puntual que sea, requiere de un esfuerzo y dedicación similares al que precisa llevar a buen puerto cualquier otra empresa que nos propongamos. La diferencia es que a veces nos encontramos con la ayuda de la inspiración, ese aliento invisible que hace que fluyan las palabras cuando escribimos y las ideas cuando planeamos escenas que fotografiar. El problema es que la inspiración acostumbra a abandonarnos con la misma facilidad con la que nos embelesa.
Tú que estás leyendo, como fotógrafo que eres, puede (me atrevería a asegurarlo) que hayas pasado por uno de esos momentos en los que la creatividad y la inspiración parecen haberte abandonado para siempre. Es realmente frustrante, se pasa mal y se acaba por abandonar la cámara a su suerte. Os pueden dar muchos consejos para superar la crisis de ideas pero éste que nos propone el fotógrafo Josef Fischnaller es realmente genial: inspirarse en las grandes obras de la pintura.
Seguro que todos habéis reconocido entre las fotografías que aparecen cuál está inspirada en La Gioconda de Da Vinci o cuál en el Narciso de Caravaggio. La línea que separa el plagio de la inspiración es, en ocasiones, demasiado difusa, cosa que ya sabéis pero hay que perder el miedo a copiar pese a que pueda sonar temerario decirlo.
Todos hemos copiado alguna vez a alguien aunque en un intento de auto-convencernos de lo contrario hemos tirado de eufemismos y lo hemos llamado inspiración, base o punto de partida. Copiar no es plagiar, tenedlo claro. Copiar es imitar, es tomar como punto de apoyo la obra de alguien a quien admiras por su trabajo e intentar hacer algo parecido para demostrarte que eres capaz de hacerlo, a partir de ahí crearás tu propio estilo. Es algo casi necesario en el comienzo de cualquier carrera artística. Plagiar es, en cambio, apropiarte del trabajo de otro.
Tomar como referencia creativa las obras más conocidas de la pintura puede resultar un gran ejercicio por incontables razones, porque nos resultan, la mayoría, tremendamente familiares y porque el tener una escena ya creada desde la que partir nos permite, haciendo pequeños cambios en la misma, obtener imágenes conceptualmente nuevas.
Beber de las fuentes de inspiración más clásicas no es sólo cosa de aficionados o recursos desesperados para volver a la senda de la inspiración, ni mucho menos. Muchos conoceréis el trabajo del siempre polémico LaChapelle. Él también ha inmortalizado con su cámara y su particular forma de entender la fotografía escenas tradicionalmente ligadas a la pintura como La Última Cena, célebre y monumental obra de Da Vinci.
Vía | ISO 1200 Vídeo | Deutsche Welle | Youtube Foto | Adriano Agulló, de nuestro grupo de Flickr
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