Ayer nos llegó la triste noticia de la muerte de Ferran Freixa, uno de los fotógrafos catalanes que mejor han sabido jugar con la alegoría del tiempo a través de la cámara. Su trabajo más famoso fue el que realizó después del incendio del Gran Teatre del Liceu en Barcelona. Con él se va una mirada única que nos servirá de inspiración a los que seguimos pensando que la fotografía es más que utilizar filtros y trucos digitales.
Hacer fotos debería ser un ejercicio de contemplación, un acto tranquilo basado en la contemplación de la realidad y mostrar tu forma de ver las cosas. En los últimos tiempos se ha convertido en una carrera de filtros y programas para ver quién consigue el efecto más llamativo. Todo lo contrario de lo que hacía Ferran Freixa.
Ferran Freixa nació en Barcelona. Su formación en pictórica, como tantos otros fotógrafos famosos (esto es algo que debería estudiarse con más profundidad). En 1969 se hizo fotógrafo profesional y tocó la moda, la industria y la publicidad. Pero desde 1978 se especializó en fotografía de arquitectura e interiorismo. Y ganó un merecido prestigio internacional.
Su serie más famosa, por la que le recordarán todos, es 'El foc, darrer acte', el trabajo que hizo después del incendio del gran teatro de la música barcelonés. Impresiona ver las tripas aún humeantes de un teatro lírico único que después de mucho tiempo logró resurgir de sus cenizas. Es un ejemplo de la fotografía como memoria.
Pero lo que verdaderamente sorprende, lo que llama la atención a los que no conocíamos su obra en profundidad es la limpieza de su mirada y lo directo que es su estilo, en un impecable blanco y negro (y color) que te obliga a detenerte en cada espacio para comprender el disparo.
La obra de un autor único que miraba al tiempo
No es fácil enseñar el paso del tiempo sin artificios. Puedes caer en estilos manidos, miradas ampulosas y técnicas demasiado agresivas. Sin embargo, Ferran Freixa demostró a lo largo de su carrera que lo único que hace falta es sensibilidad y paciencia. Y un dominio impecable de la técnica, que no cobra protagonismo pero que permite ajustar el estilo.
Su obra se puede ver en el MNAC, el IVAM, el Museo Reina Sofía y la Biblioteca Nacional de Francia. La exposición más importante fue la que se celebró en 2018 en la Sala de l’Estrella, en Vilassar de Dalt. Recorría 40 años en la vida del autor, de ahí su nombre: 'Fotografía 1973-2013'.
Las fotografías de Ferran Freixa, íntimas y poéticas, se convierten en una auténtica alegoría del paso del tiempo y constituyen un testimonio extraordinario que realza el patrimonio cultural urbano en proceso de desaparición, denunciando su destrucción. Visual y gráficamente, el estilo de este fotógrafo es estéticamente impecable, dibujando los ambientes de una manera precisa y equilibrada, en una sinfonía de luces y sombras.
No es un fotógrafo tan conocido por las grandes masas porque las grandes exposiciones que ha tenido no han salido de su tierra. Y es un pena que muchos de nosotros nos hayamos perdido su forma de contar las cosas. He visto pocas fotos de él. Algunas las conocía pero no las identificaba como suyas.
Pero puedo decir que cuando pueda perderme por Cataluña buscaré todos y cada uno de sus libros para deleitarme con su trabajo. En Photobolsillo hay un número dedicado a él, el número 40:
Imágenes que nos hacen pensar, por una lado, en objetos surrealistas, por otro, en la repetición de elementos de fabricación industrial relacionados con la Nueva Visión. Armonía, quietud, simetría. Freixa parece preservar el estado de las cosas mas que la memoria de los lugares. La luz marca el perfil de los objetos, pero los objetos quedan suspendidos en una infinita espera.
En el Reina Sofía de Madrid tienen obra suya. Parece que cuentan con tres positivos. Lo malo es que estarán en los almacenes, o en un lugar oscuro sin tránsito ni señalización... Qué necesario es un Centro de Fotografía que permita la movilidad de estos autores... Hasta entonces solo me queda poder escaparme a Barcelona y buscar su archivo en el MNAC y luego perderme por el mar. Ha sido un placer descubrirle.