‘O calidad o nada’ es el título de una carta abierta presentada ayer en el Colegio de periodistas de Barcelona con el que los profesionales de este sector pretenden denunciar la complicada situación laboral que vienen sufriendo desde hace tiempo (y que nosotros hemos denunciado frecuentemente, por ejemplo en artículos como éste).
La iniciativa surgió del colectivo catalán de fotógrafos pero pronto se extendió a todo el país de tal forma que finalmente el manifiesto está firmado por casi 600 profesionales que se suman a esta denuncia. La carta alude a la complicada situación que viven los fotoperiodistas actualmente y la falta de credibilidad que supone el menosprecio de su trabajo.
Pero lo mejor es que lo leáis vosotros mismos, motivo por el cual hemos incluido el texto en su totalidad a continuación como una manera de apoyar unas reivindicaciones que nos parecen de lo más justas:
Estos días se puede visitar una nueva edición del World Press Photo. Las imágenes, impactantes y emotivas, consiguen cada año que sea la exposición más visitada del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Sin embargo, la preocupante situación del fotoperiodismo en nuestro país no invita a ningún tipo de celebración.
Los fotógrafos siempre estamos en la calle, en contacto físico con cualquier realidad, por eso nuestras imágenes son la herramienta más directa para informar. Somos testigos de lo que ocurre y, por tanto, el primer factor de credibilidad del medio de comunicación. Una responsabilidad, no obstante, que no se corresponde con las condiciones en las que ejercemos nuestro trabajo.
Paradójicamente, el fotoperiodismo está fuertemente cuestionado ahora que la imagen en la sociedad tiene más fuerza que nunca. Sólo en Facebook se suben unos tres millones de fotografías diarias, la mayoría de consumo efímero. En el entorno digital ya no es cierto que una imagen vale más que mil palabras. Una buena imagen, sí. Por eso, los fotoperiodistas debemos marcar diferencias y posicionarnos como el auténtico valor añadido dentro de los medios. Las buenas imágenes interpelan al espectador. Está estudiado que lo primero que ven los lectores son las fotografías, en segundo lugar el titular y, finalmente, el texto. Primero observamos y después leemos.
Sin embargo, es difícil publicar buenas imágenes en las condiciones actuales. La firma del fotógrafo debe ser garantía de profesionalidad y veracidad. En cambio, las secciones de Fotografía cada vez tienen menos poder de decisión. Prueba de ello es la casi desaparición de los editores gráficos –básicos para filtrar en la sobreabundancia de imágenes y mantener la calidad–, la precariedad crónica y los constantes despidos de profesionales, sustituidos por imágenes de procedencia dudosa (por no decir malintencionada) y cedidas con intenciones publicitarias.
Una situación que no es exclusiva de nuestro país. El fotógrafo Ryan Kelly, recientemente galardonado con el premio Pulitzer, ha dejado la profesión cansado del estrés, los horarios extenuantes y unos salarios a la baja. Kelly es la punta del iceberg, porque hay un montón de compañeros que también lo están dejando.
Ante los importantes problemas financieros, unos desorientados editores y directores toman decisiones sin recorrido que afectan a la calidad periodística. Se está potenciando un periodismo sin investigación, alineado con los poderes económicos y que se ha acostumbrado a las ruedas de prensa sin preguntas.
Las empresas, preocupadas sólo en llenar el rectángulo en blanco de una maquetación, están acostumbrando al lector a una información de baja calidad con una profusión de imágenes planas, sin lecturas profundas ni calidad estética, sin intención ni valor periodístico, que atentan contra el derecho a la información. Estamos, pues, en medio de un empobrecimiento informativo que, a la larga, se paga. Porque el futuro del periodismo depende de la credibilidad de los contenidos, que van de la mano de la calidad. Credibilidad y calidad, dos palabras clave.
El camino a seguir lo encontramos en los medios de referencia que han apostado por los reportajes en profundidad, por el periodismo de investigación y por el buen fotoperiodismo. Empresas que son conscientes de su compromiso con los lectores, y éstos les corresponden confiando en ellos. Es la lección aprendida en los últimos años: no sirve cualquier cosa.
Muchos editores de nuestro país, sin embargo, parece que no lo han entendido, siguen pensando sólo en la cuenta de resultados a corto plazo y, de paso, vulneran su responsabilidad social, y a menudo, también, el código deontológico. Diecisiete años atrás, Pepe Baeza, –que fue editor gráfico de El Periódico de Cataluña y redactor jefe de Fotografía de La Vanguardia– finalizaba su libro Por una función crítica de la fotografía de prensa con una reflexión plenamente vigente donde decía que sin inteligencia, riesgo, debate profesional o el enfrentamientos con los poderosos, “la prensa, tal como aún podemos imaginarla, morirá lentamente, engullida por el interés, la banalidad y la indiferencia. Lo que le ocurrirá a la imagen será el primer síntoma de lo que vendrá después”.
Frente al pensamiento único y el bombardeo de imágenes triviales, hay que apostar por la visión diferenciada, crítica, innovadora y creativa del fotógrafo, con editores valientes que publiquen imágenes comprometidas. El presente y el futuro de la profesión pasa por propuestas visuales que nos inviten a reflexionar sobre el mundo en que vivimos.
Por eso levantamos la voz antes de que un día los lectores se den cuenta de que los medios ya no publican fotografías, sino simples manchas de color que no aportan nada. Entonces, nuestro trabajo ya no será una prueba palpable de la realidad y el lector habrá perdido su derecho a la información de calidad.
Porque la fotografía no es tan sólo un reflejo del periodismo, sino también de la sociedad. No reivindicamos un colectivo profesional más, sino la importancia de una prensa responsable. Por todo ello, os invitamos a apostar por un periodismo independiente, riguroso y que permita recuperar la credibilidad que han perdido los medios. Nosotros lo tenemos claro: o calidad o nada.
Impulsores: Sergi Alcázar, Gianluca Battista, Cristina Calderer, Alberto Estévez, Ana Jiménez, Jordi Play y Elisenda Pons
Firmantes: Casi 600 fotoperiodistas (la lista completa se puede consultar en este enlace)
En Xataka Foto | “Nunca pensé que mi foto iba a ganar”, Ronaldo Schemidt, vencedor del World Press Photo 2018
Foto de portada | William Warby
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4 comentarios
otario
Tienen razón, la profesión de fotoperiodista esta mal, y creo que sin perspectivas de mejora. Y además creo que esta dentro de un cambio mas profundo.
La foto estática se esta cambiando, o al menos complementando, con vídeo, incluso los medios tradicionales asentados en sus versiones web incluyen no solo foto estática, también incluyen vídeo, el fotógrafo se ha convertido en videógrafo.
Hace 10 años las fotos que se publicaban en los medios eran las de acontecimientos planificados, conocidos, o de los sucesos después de que ocurrieran, hoy se publican fotos de acontecimientos que ocurren en cualquier lugar y en cualquier momento, hay millones de cámaras en las calles, a cualquier hora y en cualquier sitio, cualquier persona con un móvil puede hacer la foto, y el vídeo, de un atentado, un accidente, un famoso, un político. Y esta disponible en cuestión de segundos, en momentos y lugares donde no hay ningún fotoperiodista, casi seguro que hay un móvil. Hace unos días se hablaba de si el móvil podía acabar con las cámaras de fotos, tal vez no, pero si complica mucho el trabajo de los profesionales.
Cuando hablan del pensamiento único e imágenes triviales, no ayuda mucho la foto del artículo, ocho fotógrafos en la misma ubicación, probablemente sacando la misma foto, cuando resulta que luego la foto impactante la ha sacado un espectador con un móvil que estaba enfocando a los periodistas cuando un atleta despistado ha chocado con ellos.
Otro problema que se encuentran es la aparición de agencias online, hace unos años el medio enviaba a su fotógrafo, hacía las fotos y regresaba lo antes posible para revelar las fotos, hoy se envían con el móvil o directamente desde la propia cámara, y si en medio no tiene ningún fotógrafo la compra a alguna de las muchas agencias online que existen, que te muestran el catalogo de fotos y en 10 segundos la tienes descargada y maquetada en la página.
Nadie se puede arrogar la bandera de la credibilidad, por desgracia últimamente ha habido casos como el del oso hormiguero del "Wildlife Photographer of The Year", humaredas añadidas, personajes omitidos, encuadres modificados...
La critica de la visión cortoplacista de la cuenta de resultados es en parte valida, y no solo en el trabajo del fotoperiodista, pero también el gestor del medio tiene que tenerlo en cuenta, sin una cuenta de resultados saneada a corto plazo, no sirve de nada una gran visión a largo plazo si los resultados no permiten alcanzarlo.
ggiannini
Excelente artículo