Los fotógrafos que no amaban a las mujeres

Los fotógrafos que no amaban a las mujeres

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Los fotógrafos que no amaban a las mujeres

Los habitantes del mundo de la fotografía son iguales que los de cualquier mundo. Normalmente la mayoría es gente estupenda. Normal y trabajadora. Pero de vez en cuando encontramos algunos que no querríamos tener a nuestro lado, fotógrafos que se olvidan de que ante todo, y sobre todo, hay que respetar a la gente y no aprovecharse nunca de la posición que se tenga.

Todo esto viene a raíz del veto a Terry Richardson por su comportamiento deplorable durante la mayor parte de su vida profesional. Es de sobra conocido su comportamiento con la mayor parte de las modelos que fotografiaba. Utilizaba la cámara y su fama como una excusa para acercarse sexualmente a todas las mujeres. Dicen que es un provocador, pero simplemente se comporta como un acosador, sin guardar el debido respeto básico en toda relación, donde las dos partes siempre tienen que estar de acuerdo en todo.

Terry Richardson

Dicen de él que es un provocador, que sus imágenes rompen con los convencionalismos. Que saca el lado oscuro de sus modelos. Algunos incluso le elegían para sus campañas, para salir adelante después de un bajón en sus carreras. Si observamos su trabajo no se anda con sutilezas. Una pared, una cámara, un flashazo frontal y un modelo dispuesto a entrar en su juego sexual.

Terry Iii Obra de Terry Richardson (fragmento)

Si leemos su biografía descubriremos una infancia marcada. Hijo del fotógrafo Bob Richardson y de la bailarina Norma Richardson, vivió con su madre cuando sus progenitores se divorciaron. Y la mala suerte, y su carácter, le llevaron al mundo de las drogas. La historia del pobre niño rico, con una madre destrozada por un accidente de tráfico, un padre esquizofrénico que presumía de acostarse con todas las modelos después de una sesión, tuvo un golpe de suerte gracias a los contactos de su progenitor.

Entró en el mundo de la fotografía como ayudante de fotógrafos, después de intentar ser una estrella del punk. Como él mismo dice:

Esto también puedo hacerlo yo. Estos tíos son unos mamones, ganan cantidad de pasta, tienen unas casas increíbles y eso.

Puro amor a la fotografía con todas las letras. Gracias a sus contactos con actores empezó a hacer fotos de celebridades hasta que en el año 93, después de una breve relación empresarial con su padre, ganó un premio por una historia de moda en la que los modelos se emborrachaban, hacían el amor (por decirlo de una forma suave) y terminaban meando en la calle. Todo un ejemplo a seguir que encantó en su momento. Siempre es agradable tener en tus filas a un enfant terrible.

Terry I Fragmento de Terry Richardson

Y así entró, con carta blanca en un mundo que le reía todas las gracias, que apoyaba su idea de sacar a modelos demacradas, el desgraciadamente célebre heroin chic. Y apoyado por personajes de la talla de Miley Cyrus con el que hizo unas explícitas imágenes para Candy Magazine... Pero si empiezan a sonar las alarmas, si el fotógrafo se presenta en albornoz a las sesiones o se empeña en exhibir sus atributos sexuales en medio de una jornada de trabajo, creo que no tiene mucho sentido guardarle admiración alguna.

Hasta ahora. Parece ser que, por fin, el grupo Condé Nast ('Vogue', 'Vanity Fair', 'Glamour'...) ha decidido, junto con prestigiosas firma de moda, dejar de trabajar con él y pagarle 120000 € por sesión después de las quejas de muchas modelos que se negaban a entrar en sus juegos sexuales simplemente por una portada.

Terry Ii Fragmento

Pero este caso no es el primero ni el último dentro del mundo de la fotografía. Hay muchos personajes que prometen la fama y el oro a cambio de unas fotografías, pretendidamente artísticas, y que solo utilizan como excusa para acercarse sexualmente a las mujeres u hombres, que solo ven como objetos. Es así de triste.

El caso de David Hamilton

¿Quién no recuerda a David Hamilton? Todos los nacidos a finales de los setenta tenemos en la retina sus imágenes flou de jóvenes ninfas como personajes de un mundo de ensueño. Pues con el paso del tiempo, cuando dejó de estar de moda (una de las colecciones más prestigiosas de fotografía, 'Los grandes fotógrafos' de Orbis Fabbri, le dieron el primer número para triunfar en los kioskos) empezaron a salir declaraciones de modelos que decían haber sido violadas por él cuando eran menores de edad.

Contaba que los propios padres le llevaban a las niñas para ser fotografiadas por él, felices de ver pasar a sus hijas desnudas a la posteridad. La idea de Hamilton era trasmitir la pureza de los cuerpos infantiles a la manera de la Lolita de Nabokov, aunque sin la profundidad y el mensaje del genial escritor, que tampoco fue entendido por Kubrick, el genial director que la pasó al cine.

Es muy grave censurar la visión de un artista, pero siempre que esté hecho desde el respeto y con el consentimiento de ambas partes no se puede prejuzgar. Sin embargo el caso de David Hamilton, que terminó cuando este se suicidó con 83 años, siempre me ha llamado la atención. No dejaba de ser un pictorialista con su vaselina en el objetivo o una fina gasa. Nada que ver con la fuerza expresiva de Helmut Newton, tan contundente. Hoy en día estaría prohibido, sobre todo después de unas declaraciones que hizo para la revista 'Le Parisien':

Existe deseo en mis fotos, claro está. El arte sin sexo no existe. Pero he sido un hombre sensato, más bien tímido. Estas fantasías solo están en mi cabeza

Otros casos

Estos dos casos son los más sonados de los últimos tiempos. Pero siempre existirán los fotógrafos que no amaban a las mujeres. Siempre estará el caso de Lewis Carroll y su obsesión por la pequeña de las hermanas Liddell, para la que escribió 'Alicia en el país de las maravillas'. Me cuesta imaginarlo como un depravado sexual, pero hoy en día no habría duda alguna, cuando incluso la foto de un padre desnudo con su hija enferma en la ducha es motivo de polémica.

Terry V Alicia según Lewis Carroll

Con motivo del caso de Harvey Weinstein seguro que saldrán a la luz mucho más casos, pero la frontera entre lo que es legítimo y no lo es es cada vez más complicada, y muchos fotógrafos verán cuestionados sus trabajos.

Es muy duro el caso de Irina Ionesco, que hizo una serie a su hija Eva de tan solo cinco años demasiado atrevidas. Hoy el tema está en juicio.

También podemos recordar a Bill Henson, fotógrafo que desnuda a las adolescentes para hablar de la juventud; o Gottfried Helnwein que no duda en juntar el fascismo, las insinuaciones de violencia sexual y los niños en algunos de sus trabajos...

El tema está claro. Durante mucho tiempo se han permitido comportamientos extremos que no tienen respeto alguno por las personas. Pero también es verdad que las fronteras son muy delicadas. ¿Quién decide qué está bien y qué está mal? Creo que la clave es descubrir si hay una relación de igualdad entre ambas partes. Si no es así, tenemos un problema...

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