La linea de sombra es un documental de Nicolas Combarro que se presentó en el festival de cine de San Sebastian. Ahora ha empezado su andadura por las salas comerciales de una forma un tanto peculiar. En Madrid se está proyectando durante dos semanas en el Círculo de Bellas Artes. Y solo digo una cosa: hay que ver 'La línea de sombra', la historia de Alberto García Alix.
Desde que oí el proyecto, he estado intentando verlo. Dos locos quisimos ir a verlo al festival de cine de Donostia/San Sebastián, pero no fue posible. Luego escribí a la productora pero jamás recibí respuesta alguna. Y gracias a las redes sociales me enteré de la buena nueva. Durante la semana que ha terminado y la que empieza hoy podemos ver 'La línea de la sombra' en la sala Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Así que el viernes, a las diez de la noche, con la sala prácticamente vacía, se apagaron las luces y empezamos a oír la voz rota de Alberto García Alix, en un poderoso blanco y negro, contando la tremenda historia de la hija de un legionario. Los espectadores, desde ese momento, entendimos que ya no estábamos en horario infantil. La vida puede ser muy dura.
El argumento del documental
Es la vida de Alberto García Alix. Tienes que aceptar que durante 82 minutos veremos la vida en blanco y negro, con luces y sombras. Y en todo momento la escucharemos bajo el duro golpe de la rota voz de un personaje que, sin lugar a dudas, ha vivido en la estrecha frontera que hay entre la vida y la muerte. Es la triste historia de un rockero que vivió pero que ha tenido la suerte de no dejar un hermoso cadáver.
Porque no cabe duda de que este fotógrafo, figura clave para muchos de los que se cuelgan una cámara al hombro, está vivo o por el ángel de la guarda que le mantiene con vida. O por la Hasselblad que se ha convertido en una extensión de su propia forma de entender el mundo. Todos los que le rodeaban fueron cayendo por culpa de las malditas drogas que azotaron a los de su generación. Y él está todavía vivo, con mil golpes a sus espaldas, sin arrepentirse de nada. Si acaso de no haber hecho alguna que otra fotografía en aquellos momentos en los que todos solo querríamos llorar sin remedio. Tal es la compenetración con su cámara.
Si le oyes hablar, entenderás todas y cada una de sus fotografías. Desde los años en los que no le importaba morir joven hasta la actualidad, donde todo lo que hace es evitar la muerte. Y siempre con la cámara colgando. De repente empiezas a pensar que es su talismán. Su alma vendida al diablo que lo mantiene anclado con los pies en la tierra.
El documental de Nicolás Combarro
Nicolás Combarro es el director del documental, del testimonio directo de Alberto García Alix. Y no ha debido ser fácil. El primer plano que domina la película parece de una única sesión. Su voz, siempre su voz. Y diversos planos con sus autorretratos, los viajes de sus proyectos, la magia del laboratorio y la mirada a través de la Hasselblad, con los desenfoques que tanto le gustan ahora.
Porque el director nos lleva desde los retratos que le hicieron famoso hasta la actualidad, cuando sus fotos se disfrazan con desenfoques y poesías de corazones rotos. Ese es el recorrido, desde la pura vida hasta el duro dolor. Nicolás Combarro parece entender perfectamente a un autor al que ha ayudado para crear sus famosos vídeos. Y Alberto confía ciegamente en él.
Ese es el mérito del documental. Todos sabemos que Alberto García Alix cuenta lo que quiere dejar como testimonio. Y el director es capaz de registrarlo como si fuera videoarte. Como si fuera el legado del fotógrafo. Siempre en blanco y negro. Solo le falta rodar con una proporción cuadrada. Y con la cámara encima siempre.
Es fácil que el personaje no te caiga bien. Se ríe de la muerte y de la vida. Parece importarle poco las personas. No hay más que ver la frialdad con la que trata a un modelo que simplemente no entiende qué quiere sacar de él. Incluso cuando el ayudante trata de explicárselo, el propio Alberto le corta para seguir disparando. Parece que es lo único que le importa.
Conclusión
No es un documental de fotografía. No esperes encontrar explicaciones técnicas ni etapas del autor. Es un documental en el que Alberto trata de contar su vida, de cómo las drogas entraron en su vida mucho antes que la fotografía. Es un intento de explicar por qué uno es como es. Y descubrimos el misterio de su voz, la explicación de su legado, de las ansias absolutas de libertad por encima de cualquier otra sensación.
Espero que tenga una buena vida comercial y que termine proyectándose en la televisión. Aprenderemos que la vida es como es, y que con una cámara al hombro puede ser incluso mejor. El título está inspirado en un cuento de Conrad que nos lleva de la juventud a la mayoría de edad. Y no se cree que pueda estar ahí para contarlo.
Es un documental sobre una persona al que la fotografía le salva la vida. Este sería el mejor resumen. Alguien que está de vueltas de todo. Alguien que ama las motos, que le llevaron a la fotografía. Esa forma de mirar que le metió en el mundo de las drogas y que a pesar de todo, le ha ayudado a salir. No es una película para mentes sensibles ni para fotógrafos de filtros. Aquí nada se esconde. Todo es verdad, y eres muy libre de decidir si te gusta o no. ¿Acaso no es la vida misma?
En Xataka Foto| La línea de Sombra, el documental que desnuda una vez más a García-Alix, será presentado en el Festival de San Sebastián
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