Con la proliferación de las redes sociales y los obligatorios perfiles públicos hemos asistido al renacer del autorretrato, un género que, tal vez, asociemos más con la pintura que con la fotografía pero que igualmente representa un difícil reto a la hora de afrontarse.
La originalidad en los autorretratos de los mencionados perfiles brilla por su ausencia y, salvo en contadas ocasiones, nos limitamos a elegir entre enseñar nuestra sonrisa más bonita o nuestro lado más duro, mirar a cámara o buscar nuestro mejor perfil… Al final acabamos cogiéndole el gusto a esto de intentar reflejar lo mejor de nosotros mismos y terminamos por desarrollar todo nuestro potencial artístico en auténticos autorretratos trabajados. Veamos unos ejemplos de tendencias, a cual más excéntrica.
Jumping
El jumping, como su nombre (en inglés) indica, abarca todas esas fotografías en las que los retratados aparecen en pleno salto, dejándose llevar por poses aleatorias o simulando acciones cotidianas como el caminar. ¿Recordáis el proyecto de Natsumi Hayashi?
Este tipo de tendencias se vuelven muy populares en un espacio de tiempo muy poco corto gracias a la inmediatez y alcance de la difusión fotográfica en internet. Así que es complicado saber cómo y por qué nace este fenómeno. Igual puede ser obra del último romántico que cree ver en la foto fija las alas de cera de Ícaro o la forma de luchar contra la típica fotografía del turista frente al monumento.
Una versión más trabada del Jumping la encontramos en el trabajo de Denis Darzacq, quien se sirve de la imagen fija para simular una levitación, más que un salto. El efecto está realmente conseguido.
Planking
El planking no es una moda que haya nacido en el ámbito de la fotografía pero, sin duda alguna, ha trascendido de su origen juguetón y ahora son numerosas las fotografías que circulan sobre este peculiar divertimento, tan original como peligroso a la hora de usarlo en un autorretrato.
Según parece, este “juego” es de origen reciente y se ha ido expandiendo desde el Reino Unido al resto del Mundo. Las reglas son sencillas: Has de parecer una tabla, el cuerpo lo más rígido posible, con las manos pegadas al tronco. Gana el que lo haga en el lugar más concurrido, original y/o atípico.
Según parece, este juego ha causado alguna que otra víctima mortal al llevar al extremo lo de hacerlo en los sitios más complicados y por eso os decía que para el autorretrato, además de original, puede resultar peligroso. Que prime el sentido común si optáis por probarlo.
Horsemaning
Con el horsemaning la excentricidad se vuelve perversión y el morbo por la muerte se apodera de nosotros, hasta el punto de coquetear con ella en una macabra representación de nuestro fin. Así, como suena, el horsemaning es esa extraña y recentísima moda fotográfica en la que aparecemos simulando nuestra propia muerte y decapitados, para mayor crueldad.
El horsemaning es, para muchos, la evolución fotográfica natural del planking. Para otros es el resurgir de una moda que floreció allá por 1920 y que se volvió muy popular aunque he de decir que puesto a buscar información sobre esa vieja moda siempre acabo encontrándome con la misma fotografía, algo extraño si el “boom” fue tan grande. También están quienes creen encontrar en estas decapitaciones ficticias, con mayor o menor acierto, una especie de guiño al modus operandi de los narcos mexicanos.
Si algo, en torno a estas fotografías, parece estar claro es que el nombre proviene de La leyenda de Sleepy Hollow, relato de terror de cuya versión cinematográfica dirigida por el gran Tim Burton, me declaro admirador.
Hay otras tendencias extravagantes a la hora de hacer un autorretrato. El Owling, por ejemplo, pero las anteriores son las más conocidas y praticadas. ¿Habéis practicado alguna de ellas delante de la cámara?
Fotos | Ragamu, de nuestro grupo de Flickr | willislim
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