Los fotógrafos podemos creer pasamos horas estudiando con nuestros ojos lo que hay a nuestro alrededor, pero eso es nada si lo comparamos con el trabajo de los vigilantes de museos. Largas jornadas escoltando obras de arte de las manos y flashes de cámaras de curiosos, turistas y entusiastas, que aprovechan cualquier momento de despiste para acercarse más de lo permitido. Los fotógrafos Jonás Bel y Rafael Trapiello, del colectivo NoPhoto, les han retratado.
El Museo del Prado, el Museo Guggenheim o el Museo Reina Sofía son algunos de los espacios museísticos que Trapiello y Bel han visitado realizando un trabajo que huye de la clásica estampa del vigilante dormido o camuflado entre obras de arte y en el que se le ha revindicado siendo el centro de las instantáneas. Un encargo para la revista XL Semanal que les ha llevado a recorrerse España prácticamente de museo en museo.
La mirada del vigilante
No deja de tener su miga para un fotógrafo retratar precisamente a quienes tienen sus ojos posados tantas horas sobre los gestos y movimientos de los turistas, amantes del arte y personajes particulares. Y es que si por algo destacan los vigilantes de museos es por contar en su haber con una inagotable fuente de anécdotas relacionadas con gran cantidad de visitantes y la relación que mantienen con las obras de arte.
Sin duda, una profesión que potencia las habilidades de la observación y la paciencia, cualidades que son igualmente imprescindibles para ejercer cierto tipo de fotografía.
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