Intentando madurar en mi cabeza todo lo visto durante el recorrido del pasado sábado en Getxophoto, las imágenes comienzan a venir a mi mente en forma de instantes soñados. Me empiezo a perder por las calles buscando las fotografías y las palabras de sus autores, también las del comisario de la muestra, Christian Caujolle, para terminar junto al mar y seguir soñando.
Dedicado a los sueños, este año, las calles de la ciudad de Getxo vuelven a vestirse con fotos. Una iniciativa que ya apoyé en la convocatoria anterior ya que soy una firme defensora de llevar el arte a los espacios públicos, de tránsito. No pude acercarme en aquella ocasión, pero este año no me lo pensé dos veces y me decidí por fin a vivir la experiencia de cerca. No defraudó.
Con un total de 16 exposiciones, así como actividades y talleres entre otras curiosidades, como la muestra del trabajo de Masesh Shantaram en formato posavaso repartido por seis bares del barrio de Algorta, Getxophoto se consolida como evento obligado para todos aquellos interesados en la fotografía contemporánea de aires renovados, de espíritu joven.
Las calles se engalanan con fotos
El gran trabajo que conlleva este festival es la búsqueda de los espacios apropiados para cada exposición. Hay lugares que le van como anillo al dedo a las obras, tal es el caso de Laurent Chéhère, cuyas fotografías sobre edificios flotantes se han instalado en la fachada de una antigua casa del Puerto Viejo. La onírica del conjunto ayuda a adentrarnos en esos espacios representados.
O las de Bernard Faucon, situadas en la fachada de la Biblioteca de la plaza de San Nicolás, que suponen uno de los trabajos más interesantes de todo el festival gracias a las fotografías donde se recrea un mundo estival inventado de maniquíes, que de lejos se nos antojan como niños reales. Una obra hecha en analógico usando técnicas lejos del retoque digital pero donde se respira verdad.
Otro lugar muy apropiado para la exposición son las puertas de salida del metro de Algorta, justo para encontrarnos las fotografías de forma directa cuando subimos por las escaleras mecánicas o desde la calle cuando nos disponemos a entrar. Maia Flore con sus "Sleep Elevations" nos hace flotar, como lo hacemos en esos viajes a través de los sueños.
La obra de Jean-Louis Tornato también se nos presenta de forma curiosa, y en este caso nunca mejor dicho, ya que podemos observarla dentro de un container situado en el paseo de Ereaga a través de una mirilla. Una pareja duerme y nosotros somos quienes, como voageurs, les contemplamos el sueño.
Alban Lécuyer nos contó su obra situada en la calle Zabala. Coincido con Christian Caujolle en que estas fotografías podrían haber sido impresas a tamaño mayor, no obstante el mensaje está ahí. Un trabajo interesante en cuanto a la propuesta del autor por representar el ideal de las fotografías de urbanizaciones para la venta inmobiliaria desde la realidad de quienes, verdaderamente, habitan estas construcciones.
Las exposiciones de interior
También hay lugar para exponer en espacios de interior, pero de igual modo son lugares apropiados para la exposición de las fotografías que las habitan durante este mes. Por ejemplo a las imágenes de JJ Levine, les va muy bien que se hayan expuesto en Torrene 3 puesto que necesitan de un espacio más tranquilo para llevar a cabo su lectura. En un primer momento me recordaron al trabajo de Mary Ellen Mark, pero su juego va más allá. Y no digo nada más, prefiero que lo descubráis por vosotros mismos.
Otra muestra que sólo puede concebirse en espacio cerrado por su montaje, es la que nos trae las fotografías de Jesús de Echebarría, fotógrafo vizcaíno que trabajó la técnica estereoscópica para retratar los paisajes de su entorno a comienzos del siglo XX. Una experiencia en 3D que sorprende y se disfruta, y un ejemplo de cómo sacar partido a una obra del siglo pasado mediante el discurso curatorial de nuestro presente.
El mercado (en Torrene, 4) es otro de esos marcos donde la obra, en este caso, de Cristina de Middel encaja perfectamente. Nos habla de una historia de Romeo y Julieta en Nueva York, evitando clichés turísticos para presentarnos Manhattan desde la realidad de sus calles.
Thomas Mailaender nos mete en una sala del Aula de Cultura totalmente empapelada con sus fotografías donde se representa recogiendo cheques de esos que a uno le dan cuando gana un concurso. Lo interesante viene dado, como espectadores, en vernos rodeados por las imágenes que se van repitiendo por la sala, más allá de buscarle un sentido a "Sponsoring".
En resumen
En la diversidad de lugares expositivos y de fotografías está la grandeza de este festival que nos regala desde preciosas imágenes como las de Wang Lin o Ruud Van Empel a otras que nos dan de bruces con la realidad como las del fotógrafo Giani Cipriano. En la página de Getxophoto tenéis toda la información sobre las muestras así como las distintas actividades que se llevarán a cabo durante todo este mes. Animaos a participar en el Photowalk del próximo sábado, el marco ya os digo que es incomparable.
Más información | Getxophoto Foto de portada | Imagen de Vincent Fournier "The man machine"