Todos hemos oído hablar en alguna ocasión de la malograda expedición a la Antártida que los británicos llevaron a cabo entre 1910 y 1913. El capitán Robert Falcon Scott y otros cuatro expertos exploradores consiguieron llegar al Polo Sur un gélido 17 de enero de 1912, pero su gesta quedó empañada por el hecho de que la expedición noruega liderada por Roald Amundsen se les había adelantado. Aun así, Scott y sus compañeros han pasado a la historia no solo por haber alcanzado su objetivo, aunque fuesen los segundos, sino porque perecieron durante el viaje de regreso.
Lo que nos ha animado a escribir este post es que no hace mucho una expedición a la Antártida durante los meses de verano encontró el cuaderno de fotografía de George Murray Levick, el fotógrafo de la expedición de Scott, que, además, era también uno de los médicos y el oficial científico de la misión. Como podéis imaginar, este diario estaba muy maltrecho después de haber soportado durante décadas unas condiciones extremas, pero los expertos del Patronato para el Patrimonio Antártico de Nueva Zelanda han conseguido restaurarlo y devolverlo a un estado de conservación razonablemente bueno.
En este cuaderno Levick, que no murió junto a Scott porque no formó parte de la fase final de la expedición que llegó al Polo Sur, registró las condiciones en las que tomó todas y cada una de las fotografías de la misión. Muchas de esas instantáneas han pasado a la historia porque son el testimonio más potente de una de las proezas realizadas por el ser humano, así que este cuaderno es una pequeña joya. Actualmente está expuesto en el Museo del Cabo Evans dedicado a la expedición dirigida por Scott. En el vídeo que tenéis debajo de este párrafo podéis ver lo complejo que ha sido el proceso de restauración. Merece mucho la pena.
Vía | DP Review
Más información | Antarctic Heritage Trust
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