Obviamente el titular es una broma, pero el sensor no lo es: un CMOS Canon de algo más de 20×20cm (el máximo que pueden sacar de una única oblea), unas 40 veces más grande que el que equipan la reflex fullframe de la marca, como podéis en la imagen de cabecera.
Si os preguntáis qué óptica se le puede acoplar a semejante monstruo, la respuesta es el telescopio Schmidt del observatorio Kiso de la Universidad de Tokio, y su uso consistirá en detectar meteoritos. También localizará otros cuerpos de pequeño tamaño como la basura espacial, y ayudará al estudio de otros fenómenos celestes. De hecho, indican que podrá localizar más meteoritos en 1 minuto de los que se detectaban actualmente cada año.
Además, todo esto lo realiza en vídeo a 60 tomas por segundo, a una resolución que no especifican en la nota de prensa, pero que debe ser bastante alta, ya que permite localizar objetos concretos dentro dentro de una imagen con un ángulo de visión de 3’3 × 3’3 grados.
En nuestras “pequeñas” cámaras digitales ya hemos visto como el tamaño del sensor es un factor determinante a la hora de trabajar con poca luz. En este caso sus capacidades se disparan obviamente en proporción, permitiendo grabar vídeo con iluminaciones equivalentes a 0.3 lux, lo que corresponde a la luz ambiente de una noche de luna llena.
Más allá de la curiosidad, podemos quedarnos con la conclusión de que no es imposible ni descabellado crear sensores digitales de tamaños mayores a los habituales, aunque seguramente el coste de elaboración crecerá de manera exponencial, especialmente si queremos unos niveles de calidad tolerables.
Aclarar también que el sensor no es nuevo (leimos sobre él hace un año), pero sí lo es su aplicación práctica. Los primeros resultados se están presentando en la reunión de la Sociedad Astronómica de Japón, que tiene lugar esta misma semana.
Nota de prensa | Canon
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