Esta noticia lleva unos días circulando por las redes toda la semana. Una tienda de segunda mano recibió un álbum lleno de fotografías de una mujer acompañada de las estrellas de Hollywood. Publicaron algunas en su página de Facebook y la noticia corrió como la espuma. Y gracias a la fotografía esta señora será recordada.
Al principio nadie sabía quién era. Una señora que posa feliz al lado de algunos de los actores más importantes de los últimos años. Sonríe en todas, salvo cuando está con Christopher Walken. Pero si te gusta el séptimo arte seguro que reconoces a Bruce Willis, Sam Neill, Robert Downey Jr, Patrick Stewart, Johnny Depp, Juliette Lewis, Drew Barrymore, Jack Nicholson...
Gracias a las redes sociales descubrieron que en una de las fotografías posaba con un carné. Así se descubrió que era periodista y miembro de de la HFPA (Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood). Es una asociación sin ánimo de lucro que organiza los Globos de Oro, uno de los premios más famosos del mundo del cine. Es muy exclusiva y solo admiten un máximo de cinco nuevos socios al año.
No era una mera aficionada que esperaba una cola para hacerse una foto con sus estrellas favoritas. Era alguien con acceso a fiestas, reuniones... Era una profesional que podía acercarse a las estrellas sin problema alguno. Seguro que incluso la conocían por su nombre de pila.
Las fotografías con las estrellas de Maria Snoeys-Lagler
Afortunadamente han localizado a su hija. Y todavía se están preguntando cómo ha llegado semejante legado a una tienda de segunda mano en Bélgica. Parece difícil que alguien se quiera desprender de algo así. Cualquiera que ame el cine querría tener una foto de un familiar abrazando a Bruce Willis caracterizado como John McClane.
Lo más llamativo es que las fotografías rescatadas son un mero documento de una época. No son buenas. Es lo que llamaríamos un álbum familiar. Ahí solo están los recuerdos. Parece que no merece la pena vigilar los fondos, ni el formato, ni el flashazo.
Da igual cortar cabezas, seccionar cuerpos, olvidarse de los objetos que salen por detrás de los retratados... Lo importante es documentar que hemos estado con alguien. En absoluto son buenas. Pero seguro que muchos de nosotros seríamos felices si abriéramos el álbum de un familiar desconocido y descubriéramos que había estado con Jack Nicholson, por poner solo un ejemplo.
No podemos olvidar que la fotografía es precisamente esto, un mero recuerdo. En los álbumes solo se guardan las buenas noches, las fiestas divertidas y para de contar. Incluso me han contado que ahora solo se sonríe en un instante para enviar la foto a Instagram y aparentar que la vida es maravillosa. Solo queremos recordar la felicidad.
Ver las viejas fotografías es un mero ejercicio de melancolía. Es muy reconfortante sobre todo cuando tenemos más de 40 años.
Ver las viejas fotografías es un mero ejercicio de melancolía. Es muy reconfortante sobre todo cuando tenemos más de 40 años. Es algo que las generaciones que vienen no van a conocer como pierdan la conexión a la nube o se les caiga el disco duro de la abuela.
Sería maravilloso que todas las fotografías fueran buenas. Que estuvieran hechas con la mejor cámara del momento e iluminadas por un especialista... Pero después de conocer el álbum de Maria Snoeys-Lagler ¿qué más da? Algunas veces nos olvidamos de lo importante; sin embargo, me hubiera gustado tanto ver una buena serie fotográfica...
Este es el tipo de fotografía que adora Martin Parr o en la que se fijo Stephen Shore para dar forma a su estilo. Las instantáneas, las fotografías turísticas, en la que solo importa el mensaje y en las que la técnica brilla por su ausencia porque todo es automático. Su fuerza está en lo que representa, en lo que cuenta. Todo lo demás es accesorio.
No cuesta nada hacer buenas fotografías. Si en el futuro alguien encuentra nuestras fotos perdidas a lo mejor le llamará la atención nuestra vida pero ¿le llegará más si la técnica es impecable? Es la duda que me asalta como fotógrafo después de conocer esta historia. Yo creo que sí, seguro que sí, pero...
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