Nada es eterno. Y mucho menos la tecnología. Todos hemos asumido que cualquier dispositivo que compremos, por sofisticado que sea, no tardará mucho en ser superado. Este desarrollo constante puede resultar algo estresante, pero gracias a él y a la producción a gran escala podemos acceder a productos avanzados a precios competitivos.
Por supuesto, que una tecnología sea «superada» (las comillas son intencionadas) no tiene por qué provocar que desaparezca totalmente. Tenemos muy a mano dos ejemplos que refuerzan esta afirmación: las cámaras fotográficas de película y los discos de vinilo, dos tecnologías que, en mi opinión, en algunos apartados no han sido superadas. En cualquier caso, y ciñéndome a lo que nos interesa, que es la fotografía, es innegable que la tecnología digital prácticamente ha borrado del mapa a las cámaras de película. Esto es, precisamente, lo que refleja la gráfica que abre este post.
En ella podemos comprobar de un vistazo cómo ha evolucionado el mercado fotográfico durante los últimos ochenta años. En color gris aparecen las cámaras de película, y en azul las compactas digitales. Si os fijáis podemos ver que ambas tecnologías convivieron entre finales de los años 90 y mediados de la década pasada, pero en 2005 el número de cámaras de película que se fabricaban pasó a ser anecdótico.
Lo interesante es que la fabricación de cámaras compactas digitales alcanzó su cénit entre 2009 y 2010, justo el momento en el que comenzaron a afianzarse en el mercado los smartphones. Y, a partir de ahí, comenzó su declive. Esta gráfica confirma de manera visual lo que hemos apuntado en otros posts durante los últimos meses: los teléfonos móviles inteligentes conseguirán eclipsar totalmente a las compactas. Y lo harán muy pronto.
Vía | Mirrorless Rumors
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