A estas alturas, creo que ya todos deberíamos tener clarísima la importancia de utilizar tarjetas de memoria “decentes” para poder disfrutar y sacar todo el partido a nuestra cámara de fotos.
SanDisk ha lanzado recientemente su nueva serie de tarjetas de memoria Extreme Pro, las que son su gama más avanzada, tanto en SD como en CompactFlash, y ayer han querido presentar a la prensa en el Icebar Madrid la nueva tarjeta SDHC Extreme Pro UHS-I. Nosotros hemos estado allí para conocerla de primera mano y contároslo.
A priori es una tarjeta que llega con una hoja de datos que impresiona y nos hace preguntarnos si estamos leyendo las especificaciones técnicas de una SD o de una CF, pues su velocidad de lectura/escritra de hasta 45 MB/s (300X) es ya una buena carta de presentación. Y es que la velocidad es su principal baza, sin menospreciar las habituales características de resistencia y durabilidad en estas tarjetas de gama alta, pero para poder disfrutar de este elevado rendimiento necesitaremos una cámara que sea capaz de aprovecharlo, es decir, que sea compatible con este nuevo estándar UHS Speed Class 1 (UHS se basa en un tipo de bus diferente). ¿Hoy por hoy? La única a la venta en el mercado es la aclamada Nikon D7000.
Podríamos contaros que la escritura se realiza en paralelo en sus cuatro bloques de memoria y otra serie de cuestiones técnicas de su controladora interna, pero reconozcámoslo, al final todo eso nos da lo mismo y lo que realmente nos importa es “qué tal funciona” en la práctica. Pues bien, yo he podido probarla personalmente y os garantizo que su altísima velocidad es totalmente real pues, para que os hagáis una idea, he cogido una Nikon D7000 y he probado a hacer una ráfaga de diez fotografías idénticas (en ambos casos) con mi habitual tarjeta – una Transcend SDHC class 10 de 8 GB -, tardando poco más de 15 segundos en terminar la escritura, y con una SanDisk Extreme Pro UHS-I de 8 GB también, tardando unos escasos 6 segundos.
De todos modos, la principal aplicación práctica de este nuevo estándar no se centra tanto en almacenar rápidamente las fotografías sino más bien en la grabación de vídeo en alta definición, que requiere una tasa de escritura fluida, sostenida y sobre todo estable.
Personalmente, creo que es un producto que no está tan destinado al fotógrafo aficionado o aficionado avanzado, sino más bien al semi-profesional o incluso profesional, gracias precisamente a la revolución que está suponiendo la D7000 y al hecho de que ésta no soporta tarjetas CF.
Por tanto, dependiendo del uso, yo os la recomiendo encarecidamente si tenéis o vais a tener una cámara como esta u otras que salgan próximamente y también aprovechen a tope sus prestaciones, pero en caso de que tengas una cámara más normalita o si el uso que le vas a dar es el de hacer las fotos de los cumpleaños y de las vacaciones en la playa no me parece que merezca la pena, pues por la mitad de precio puedes encontrar otras como la que he mencionado antes con la que hice la comparación.
Pero también es cierto que estoy harto de ver a gente que se compra una muy buena cámara y luego utiliza tarjetas de lamentable rendimiento y calidad, lo cual no acabo de entender porque si te gastas una cantidad significativa de dinero en una cámara que dispara en ráfaga a 6 fps en vez de la otra más barata que dispara a 5 fps, por ejemplo, pues luego no tiene sentido que ahorres 10-20 euros en una tarjeta más barata que te va a limitar el uso de tu flamante y poderosa máquina.
En esto, al igual que a la hora de comprar un filtro para nuestros caros objetivos, creo que deberíamos ser un poco más lógicos y conscientes de que de la misma forma que una cadena es tan débil como el más débil de sus eslabones, el rendimiento de un sistema fotográfico, tanto en la parte óptica como en la digital, depende de todos y cada uno de sus elementos y siempre será mejor que todos ellos sean de un nivel medio antes que tener unos excepcionalmente buenos y otros muy malos.
Por otro lado, creo que estaremos todos de acuerdo en que lo más importante del soporte de almacenamiento de nuestras cámaras, por encima de su velocidad y rendimiento, es la fiabilidad.
Respecto a este factor, a mí me da mucha confianza. Está garantizada de por vida – limitada, por supuesto – y se muestra sorprendentemente resistente a temperaturas extremas, agua, golpes y rayos-x (lo cual diría que es perogrullo, pues si no me equivoco no afectan a ninguna tarjeta de memoria), para lo cual los señores de SanDisk nos regalan habitualmente unas interesantes y divertidas demostraciones empíricas como congelarla en un cubito de hielo, para luego descongelarla y comprobar que sigue funcionando perfectamente, o darle martillazos, sumergirla en agua, etc.
En esta ocasión, no tuve la suerte de disfrutar de uno de esos sádicos espectáculos (lo que se ve en la foto es un cartón con forma de tarjeta a tamaño gigante), sin embargo sí que pude escuchar el testimonio de Andrés Magai – gran fotógrafo, por cierto -, quien sí que tuvo que comprobar la resistencia de sus tarjetas de memoria al agua salada tras un amerizaje forzoso en globo que dejó todo su equipo fotográfico sumergido durante más de una hora en agua salada. Alguna de sus cámaras no tuvo tanta resistencia.
Por último, destacar que las tarjetas Extreme Pro sustituyen inmediatamente a las anteriores Extreme, están ya en las tiendas y al mismo precio que tenían estas últimas, que parte de los 50 euros para la de 8 GB, aunque por supuesto se pueden encontrar más baratas por eBay, que ya sabéis que para comprar este tipo de cosas es genial.
Más información | SanDisk
Ultra High Speed (UHS) | Wikipedia
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