Cuando nos compramos la cámara de nuestros sueños o la que se adapte a nuestro presupuesto, lo único que nos sirve para evitar que se nos caiga es la correa. Normalmente con el logo de la marca bien grande para que quede claro el modelo que llevamos. Hoy no vamos a hablar de los tipos de correa que hay en el mercado, sino de cómo mejorar su uso para el día a día.
La verdad es que hay tantas formas de uso de la correa como fotógrafos. Es un accesorio fundamental. Y lo primero que hay que ponerle a una cámara antes de salir con ella. Aunque conozco a usuarios que nunca la ponen. Les parece un incordio.
En cualquier caso es un seguro para nuestra cámara y en ocasiones un motivo para estropear nuestras cervicales si llevamos mucho peso durante demasiado tiempo. En este artículo no vamos a hablar de los distintos tipos de correas que podemos encontrar en el mercado. Desde las clásicas de toda la vida, a las de muñeca o las cruzadas que tanto éxito están teniendo en la actualidad.
Aquí vamos a comentar cómo aprovechar al máximo la correa que viene junto a nuestra máquina. Seguro que no es la mejor, que sería estupendo que fuera un poco más elástica, ancha y de un material que dejara menos marcas en el cuello cuando nos movemos en los días de la canícula veraniega. Pero es la que tienen la mayoría de los fotógrafos. Y puede darnos muchas alegrías.
La colocación de la correa
Aquí empieza la primera gran batalla. Las instrucciones son claras en la mayoría de los casos. Y no es difícil hacerlo bien. Todas las cámaras tienen, en sus laterales, dos fijaciones para la correa. Pueden estar integradas en el cuerpo, como ocurre con las Canon; o separadas del cuerpo, en otro color, como podemos ver en las Sony.
La mayoría colocamos la correa como nos han dado a entender. Pero tenemos un problema. Los extremos de la misma quedan al aire y en alguna ocasión provocan roces incómodos. Para evitarlo tenemos que colocarlos al revés. Es difícil de explicar pero vamos a intentarlo.
- En los extremos de la correa tenemos dos piezas por la que corre y se sujeta y dos gomas. Pasamos una punta por una de las fijaciones y la juntamos con la correa.
- Ahora el extremo lo pasamos por dentro de la goma para que cumpla su función de sujetar. No es más que un seguro para evitar accidentes.
- Viene lo más difícil, que es pasar el extremo por la pieza de plástico que sujeta todo. Para evitar que el extremo quede por fuera no debemos pasarlo por el primer agujero, sino por el segundo y sacarlo por el primero. Todo para que el extremo quede escondido.
- Hacer exactamente lo mismo en el otro lado, asegurándose de que la correa no quede retorcida.
Es más sencillo hacerlo que decirlo. Y es el momento de decidir cómo la queremos de larga. Algunos las prefieren más cortas; otros apostamos por un tiro largo por un sencillo motivo: así podemos cruzar la cámara como una bandolera y evitar que nos duela el cuello después de una jornada larga.
Trucos para usar la correa
La cámara debe estar siempre colgada del cuello. No hay nada más seguro. Pero si por algún motivo tienes que quitártela, lo mejor es que la enrolles alrededor de la mano para evitar sustos y a los amigos de lo ajeno. No hay que soltarla jamás.
Uno de los accidentes más frecuentes es dejar la cámara sobre una mesa con la correa puesta de cualquier forma. No tiene sentido dejar la cámara así. Es mejor meterla en su bolsa. Pero si es algo puntual la correa no debe colgar nunca fuera de la mesa.
Por este motivo lo más inteligente es recogerla y ponerla justo debajo de la misma cámara o del objetivo. Como si fuera una pequeña cama que la separara de la superficie y evita que algún derrame de algún líquido de algún bar en el que estemos cause daños irreparables.
Y si la colocamos bien enrollada puede servir incluso como una buena superficie sustituta de un trípode para equilibrar el objetivo.
Otro buen truco es usarla como un estabilizador. Hay varias técnicas de uso. La más sencilla (y que tiene mucho sentido si usamos la pantalla LCD) es crear tensión tirando de la correa con el punto de apoyo del cuello. Parece mentira pero funciona.
Otra técnica que utilizo en más ocasiones es quitármela del cuello, enrollarla en la mano derecha una vuelta y ajustarla en el hombro para crear esa tensión. Todo depende de lo larga que sea.
Y ya por último, la única ocasión en la que recomiendo quitarla. Si por fin disponemos de un trípode lo mejor que podemos hacer es quitarla o fijarla de algún modo para evitar los bandazos que puede dar por el aire. Como podéis imaginar, si está suelta puede ser un peligro para la mayoría de las ocasiones.
¿Tenéis algún otro truco? ¿No ponéis la correa porque preferís los nuevos modelos? Esperamos que estos consejos os sean útiles y si queréis podéis aportar alguno más para uso y disfrute de todos los lectores.
Ver 1 comentarios