The New York Times y El Periódico de Catalunya se hicieron eco del hallazgo de 3.000 fotos inéditas de la Guerra Civil, en su mayoría tomadas por el genial fotógrafo húngaro Robert Capa, y otras de David Seymour (cofundador de Magnum junto al húngaro) y Gerda Taroel (pareja de Capa).
Los más de 125 rollos de película llevaban 70 años desaparecidos. En ninguna de las biografías o catálogos del autor se mencionaron nunca. Y es que su historia es curiosa. Al término de la Guerra Civil, Capa, regresó a Estados Unidos vía París, donde aprovechó para guardar sus negativos.
Con el imparable avance del ejército alemán hacia la capital francesa en el año 40, Capa tuvo la precaución de pedirle a su amigo Imre Weisz que guardase a buen recaudo su trabajo, para evitar que cayese en manos de los nazis.
Weisz, también fotógrafo, huyó de los nazis a la Costa Azul. Pero acabaron capturándolo en Marsella. Pero se cree que antes, cumpliendo el encargo de su amigo, se cuidó de dejar los negativos de Capa al cuidado del general mexicano Francisco Aguilar González, que entonces representaba al cuerpo diplomático de su país en Marsella.
Aguilar González acabó llevándoselos consigo a México, donde han estado los últimos 70 años. Allí, cayeron en manos de un sobrino de una hija de Aguilar. Este hombre, que los heredó, se puso en contacto con el International Center of Photography, centro fundado por un hermano de Capa, al percatarse de lo que tenía entre manos.
Muerte de un miliciano
En este momento, uno de los misterios que ha acompañado a Capa desde la Guerra Civil podría llegar a desvelarse. Y es que la autenticidad de la foto "Muerte de un miliciano" nunca estuvo probada, pues no se conserva el negativo, sino una copia en papel. Unos dicen que es una foto real, otros una simulación de un combate.
Lo cierto es que si el negativo está entre los hallados, viendo la secuencia, se podría esclarecer si este icono de la Guerra Civil española fue una genial foto fruto de la casualidad que acompaña a los que siempre tienen la cámara pegada al ojo o, directamente, un tongo.
En cualquier caso, no dejéis de ver la presentación multimedia que la versión electrónica del diario neoyorquino hace de algunas piezas del hallazgo. El zoom permite alcanzar unos niveles de detalle muy interesantes, sobre todo en la caja de rollos de películo, en la que aparece manuscrito a qué pertenece cada uno. "Tolede", "Sabadelle"...
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