Como ya hicimos meses atrás acercándonos a Nueva York de la mano de tres fotógrafos, esta vez nos quedamos un poco más cerca para hablar de París, de sus calles, de la noche, del surrealismo, del realismo y de todas esas estampas que han ilustrado las páginas de la historia de la fotografía, porque nuestro viaje nos hará retrotraer nuestra mirada al final del siglo XIX y comienzos del XX a través de aquellos grandes maestros que componen la fotografía clásica.
Abro el post con una fotografía de Joaquim Gomis, fotógrafo catalán que en París se relacionó con algunos de los autores que veremos hoy. Y es que si hablamos de París, es imposible no mencionar a Brassaï, a Eugène Atget o Robert Doisneau, por lo que gracias a ellos, vamos a caminar por las calles adoquinadas e iluminadas bajo las farolas por el barrio de Montmartre, vamos a cruzar puentes y a entablar conversación con quienes habitan en las fotografías para hacer un homenaje a estos maestros conociéndoles de cerca.
Eugène Atget, del documental al surrealismo
Eugène Atget es fascinante. Se trasladó a París después de trabajar como camarero y actor en las provincias. Fue en la ciudad de la luz donde comenzó a ganarse la vida como fotógrafo haciendo retratos en la calle y es allí donde comenzó a fotografiar París sólo por hacerse con una colección de imágenes sin ningún interés artístico porque su único propósito era documentar las calles y edificios de la capital francesa.
Pero el París visto desde su objetivo atrajo la atención de los surrealistas, por los matices que conseguía por ejemplo en los reflejos casi fantasmagóricos de los cristales, y otros aspectos referentes a la luz y a los juegos de sombras que tanto gustaron a Man Ray. Por ello en EEUU es considerado un maestro de la fotografía ya desde muy temprano, mientras que en Francia se le redescubrió a partir de los ochenta. Curioso al estar hablando de una persona que, como Baudelaire, pensaba que la fotografía debía estar al servicio de las grandes artes.
Eugène Atget quiso, como pudimos comprobar gracias a la exposición celebrada en la Fundación Mapfre de Madrid el pasado año, retratar el viejo París. Ese ambiente y edificaciones alejados de la Belle Époque, donde no aparecía ni la Torre Eiffel ni los símbolos ligados al turismo. Es una imagen poco reconocible ya por los que visitan la ciudad, lo que hace hace más atractivo querer conocer su obra y su vida. Murió solo en la miseria, pero nos dejó todo un legado de fotografías que le convierten en uno de los grandes.
Robert Doisneau y el beso que le catapultó al éxito
Si por algo es conocido Doisneau es por el famoso beso (tomado frente al Hôtel de Ville) que suele incluirse en la lista de las mejores fotografías de la historia. Y que por cierto nos viene perfecto como antesala a San Valentín, porque qué mejor lugar para hablar del amor, que la ciudad de París. En efecto, esa instantánea acompañará siempre a su nombre, no en vano fue subastada por su protagonista alcalzando la cifra de 155.000 euros cuando su puja empezó en tan sólo 15.000 euros.
Doisneu al igual que Atget se dedicó a fotografiar las calles de un París alejado de la estampa habitual, aunque empezó a ser conocido gracias a las fotografías de revueltas durante la II Guerra Mundial que le hicieron trabajar para la prensa, siendo su etapa más fructífera la de los años 50, donde llegó a colaborar con Vogue. Pero ya que hablamos de París, interesante es su faceta relacionada con las vanguardias y la fotografía nocturna que después veremos con Brassaï.
Relevante y curioso es el hecho de que en los años 60 tuviera un parón en su carrera por la poca demanda de fotografía de autor a raíz del auge de la televisión. Pero afortunadamente en los 70’ creó el festival Rencontres Internationales de la Photographie d’Arles, impulsando la presencia de los autores en galerías, Fundaciones y Centros dedicados a la fotografía. Aunque llegó a decir que la fotografía ya no es lo que era, que había perdido su magia, nosotros seguimos guardando ese beso en la memoria y por muchos años.
Brassaï, París hipnótico en la noche
Si hablamos de París y su noche, Brassaï se nos presenta como el padre de una fotografía nocturna que hipnotiza con un poder visual que atrapa llevándonos al mejor cine de suspense. En su fotografía se recogen fotogramas desde la actual “Camino a la perdición”, tantas veces nombrada por aquí, como esa calle de “El exorcista” o incluso al Viena nocturno de “El tercer hombre”.
Gyula Halász, conocido como Brassaï y húngaro de nacimiento, tras pasar por Berlín y otras ciudades, fijó su residencia en la capital francesa comenzando su labor como periodista. Pero al caer el sol y como él decía “la fotografía le permitía atrapar la noche de París y la belleza de las calles y jardines, bajo la lluvia y la niebla”.
Amigo de Picasso, le fotografió en varias ocasiones, no sólo retrataba la noche en las calles sino en los bares, en la Ópera y otros espectáculos. Se relacionó con muchos intelectuales de la época e incluso trabajó en cine, en 1954 su film “Tant qu’il aura des bêtes” ganó el premio a la película más original en el Festival de Cannes. Sin duda, uno de los grandes maestros que ha dado la historia, pasearse por su fotografía, aún a día de hoy, sigue siendo todo un goce para los sentidos.
Willy Ronis, el París más social
Para terminar, quiero acercaros al París de Willy Ronis, menos conocido que los autores anteriores pero que merece ser nombrado hoy aquí. Familiarizado con la fotografía desde pequeño gracias a su padre que tenía un estudio en Montmartre y que pese a su primera experiencia profesional más cercana a la música por la profesión de su madre, finalizado el servicio militar y fallecido su progenitor, tuvo que encargarse del negocio y dedicarse al medio fotográfico.
Más interesado en la fotografía de calle y con el auge socialista, empieza a colaborar con la revista Regards retratando huelgas y otras revueltas sociales. Después de la II Guerra Mundial que lo había exiliado fuera de París y que le hizo colgar la cámara, volvió para retomarlo gracias a la agencia Rapho, junto a Doisneau y Brassaï.
Fotografió a niños volviendo del colegio, estampas cuyo decorado siempre era París, porque como llegó a decir “no me gustaba mucho el retrato [posado]. Me gustaba mucho más el movimiento, la gente en la calle, los hechos, las cosas que se mueven”. Grande entre los grandes, trabajó para LIFE, participó en la muestra del MOMA siendo uno de los cinco fotógrafos franceses escogidos por Steichen así como después en la conocida “Family Man”.
Os dejo disfrutando de sus fotografías a través de los vídeos seleccionados. Espero que os guste este reencuentro horas antes de que la fiebre de San Valentín inunde el día de mañana, París es siempre un destino recurrente y este era un buen momento para acercarnos a su gente, a sus aceras, escaleras, edificios y besos, porque en todos estos autores encontraréis parejas enamoradas. Es lo que tiene París. Enamora.
Fotografía | Joaquim Gomis
En Xataka Foto | París, con otros ojos
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