Cuando allá por el XIX nació la fotografía, la gente se quedó asombrada por la cantidad de detalles que el nuevo invento era capaz de captar y la fidelidad con la que lo hacía. Esto llevo en muchas ocasiones a enfrentar a pintores con fotógrafos, pues en algunos círculos existía la creencia de la superioridad de la fotografía sobre la pintura.
Entorno a la década de los 60 irrumpió en el panorama artístico estadounidense el realismo pictórico, el hiperrealismo, como una reacción a los movimienos artísticos abstractos y minimalistas. Parece que los pintores hiperrealistas aceptaron en cierto modo la premisa de la superioridad de la fotografía sobre la pintura, pues se centraron en representar la cruda realidad, eligiendo como vínculo entre el artista y la realidad el objetivo fotográfico.
Fotorrealismo Dentro de la corriente hiperrealista hay una rama conocida como fotorrealismo que redunda en el concepto de hiperrealismo, con lo que para muchos ambos términos han pasado a ser sinónimos.
El Fotorrealismo es una práctica muy sencilla que consiste en hacer un cuadro a través de una fotografía. Es la plasmación de la realidad tal cual la captaría una cámara fotográfica. Como apuntó en su día Ana María Guash los fotorrealistas sustituyeron el ojo humano por el objetivo fotográfico, para aproximarse a la realidad contemporánea.
Los fotorrealistas usan como material primario las diapositivas de colores. Tratan de asegurar el paso de la fotografía a la pintura a través del empleo de medios mecánicos tales como la proyección de transparencias o retículas sobre las telas. Los resultados son conseguidos aplicando con aerógrafo finas capas de pintura y gracias al uso de nuevos materiales tales como pintura acrílica, látex y resinas sintéticas.
Dentro de este movimiento, el neoyorquino Richard Estes es uno de los artistas más reconocidos. Si bien es cierto que Estes se vale de la proyección de diapositivas para garantizar el color, la tonalidad y el enfoque verídico, en su proceso compositivo se toma ciertas libertades respecto al modelo fotográfico.
Aún estando tan próximo a la fotografía él se considera un pintor tradicional, y la meticulosidad con la que lleva a cabo su trabajo ha llevado a muchos a emparentarlo con la técnica de los pintores flamencos del XVII.
Sus composiciones están formadas por diversas tomas fotográficas que él mismo realiza y a las que también aplica dibujo, aportando así información suplementaria al espectador y resueltas generalmente con pintura al óleo. El resultado son imágenes reales para el ojo humano pero científicamente incorrectas.
Así consigue esas visiones brillantes de las grandes ciudades, ya sean las calles, los establecimientos, fachadas de edificios, carteles luminosos, cabinas telefónicas, etc. que llevan detrás la huella iconográfica pop.
Aquí os dejo algunas de sus obras, que hablan por sí solas.
Gracias Antonio, por tu pista. Colaboración | Diana Mariño Blanco
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