Alberto es uno de esos fotógrafos que todo el mundo conoce, de esos que cuando preguntas a la gente qué fotógrafos les gusta, suele aparecer en la lista junto a otros como Chema Madoz. Es uno de esos autores que se estudian en las asignaturas de arte, que no de fotografía (aunque también). Y digo esto porque la primera vez que me crucé con sus fotos fue en una clase del fallecido historiador Juan Antonio Ramírez. Estábamos viendo la relación entre cuerpo y arte y nunca olvidaré la imagen que nos enseñó para ilustrarlo, una instantánea donde aparecía Nacho Vidal en todo su esplendor, ya me entendéis.
Un año más tarde, gracias a la galería Juana de Aizpuru, pude conocer su obra de cerca. Imágenes entre otras de París, personales, sugerentes pero directas, llenas de alma, de su alma. Acompañaba la muestra un vídeo, “De donde no se vuelve”, el cual podéis visualizar en su web y que a mí me dejó sin palabras, aunque me regaló frases que utilicé como preludio de algunos trabajos para la carrera. Narrador visual, pero también contador de cuentos en primera persona. Su obra estremece.
Ahora vuelve a ser noticia, aunque nunca dejó de serlo, pero regresa gracias a PHotoEspaña que lo ha premiado en reconocimiento al valor artístico de su obra. Premio nacional de fotografía en 1999, fue el mejor cronista de una época donde el rock y las drogas eran el pan de cada día de una generación que vivió la movida intensamente. Caras conocidas, amigos, autorretratos, tatuajes y vicio en las venas. Su mundo compartido para ser visto por los de aquella generación y por los que vinieron después, me incluyo, que miramos su obra con cierta morbosidad y exotismo.
Su trabajo ha traspasado fronteras. En 2010 el Reina Sofía le dedicó su mayor retrospectiva. Pero antes de eso pudo disfrutar de una residencia en el primer gran centro de fotografía chino, el Three Shadows. Dicen que allí hizo algunas de sus mejores fotografías. Alejado de su Madrid (aunque es leonés). Captando el universo oriental sin perder un ápice de su manera de transmitir. García-Alix en estado puro, en puro blanco y negro como nos tiene acostumbrados.
La fotografía es un poderoso médium. Nos lleva al otro lado de la vida. Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras, siendo solo presencia, también vivimos. Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados. Por fin domesticados… Congelados. Al otro lado de la vida, de donde no se vuelve.
Podría haber elegido cualquier otro fragmento de sus innumerables textos, pero para mí refleja la esencia de su obra. Proviene del ya mencionado trabajo “De donde no se vuelve”. Pero en su carrera hay más. La Fábrica Editorial publicó hace un tiempo su maravillosa visión de las Islas Baleares, “Lo más cerca que estuve del paraíso”. Formentera, la musa de sus últimos tiempos. Un oasis de libertad para un fotógrafo que la necesita y que la expresa a través de su objetivo.
Sabemos que nos queda García-Alix para rato, este premio es sólo un reconocimiento más a un fotógrafo que además ha sabido venderse como nadie. Su universo visual es único. Su capacidad para poner texto a sus imágenes no deja indiferente. Puede gustar más o menos, pero no hay duda que su trabajo ha escrito páginas en la historia de la fotografía española. Desde aquí le felicitamos y seguimos disfrutando de su arte.
Fotógrafo | Alberto García-Alix
Vídeo | Youtube
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