Cuando empezamos a usar objetivos clásicos en nuestra cámara digital, siempre surge una duda: ¿por qué hay adaptadores que cuestan más de 100 o 200 euros, y otros que cuestan poco más de 20? ¿Qué diferencias de calidad o de funcionalidad puede darnos un aparato que, básicamente, es sólo un trozo de metal que adapta dos roscas?
El primer hecho fundamental es la precisión en la longitud de esta pieza: cada montura tiene una distancia de registro (medida desde el plano focal hasta el objetivo) distinta, y para que todo funcione correctamente, ésta tiene que mantenerse al milímetro.
Dependiendo si el problema es por defecto o por exceso, nos encontraremos que no podemos enfocar hasta el infinito, o bien que podemos “pasarnos” el límite máximo perdiendo además distancia en el enfoque cercano. Cualquiera de estos dos problemas hace inútil la escala de distancias del objetivo y nos generará problemas especialmente si trabajamos con preenfoque o buscando la hiperfocal.
Sólo con esto merece la pena considerar una inversión mayor en una marca de confianza o en una gama más alta, especialmente en las monturas que vayamos a trabajar más intensivamente, buscando más allá de frases de venta como “permite enfoque al infinito” que no son suficientes para garantizar la calidad.
Además de esto, podemos encontrar accesorios de este tipo que agregan nuevas funcionalidades. Vamos a repasar algunas:
Mantener todos los automatismos
Si el adaptador es simplemente una pieza de acople entre el cuerpo y la lente, la cámara no recibirá ninguna información de qué le hemos colocado. Por eso es habitual tener que activar alguna opción que permita disparar sin objetivo acoplado, y en la imagen resultante no tendremos ningún tipo de datos EXIF que nos indiquen cómo se realizó la toma. Además, el diafragma tendrá que estar configurado en el objetivo.
Para solucionarlo, algunos fabricantes han creado adaptadores con la electrónica necesaria para intercambiar y transformar toda la información con la que trabajan cuerpo y óptica. De esta manera, podemos usar el objetivo adaptado exactamente igual que uno nativo, con su autofocus, su apertura automática y sus datos EXIF.
Como ejemplo, tenemos los adaptadores de Sony para usar sus objetivos réflex en las cámaras NEX: el EA1, que realiza todas las funciones descritas, y el LA-EA2, que añade además la posibilidad de enfoque por detección de fase (algo que las NEX no hacen nativamente). Este último se dispara a más de 300 euros, para que os hagáis una idea de lo complejo que puede llegar a ser su diseño y fabricación.
Confirmación de enfoque
Una manera mucho más simple y barata de enfocar con una lente adaptada es ponerle a esta pieza un chip de confirmación de enfoque: no hará que funcione el autofocus (si es que el objetivo lo tiene), pero conseguirá que la cámara nos avise cuando crea que hemos logrado el foco. Este aviso puede ser sonoro o visual, dependiendo del cuerpo.
En algunos casos, este chip de vende por separado, para pegarlo (literalmente) a un adaptador que ya tengamos, y en otros lo podéis encontrar unido. Dado que este chip necesita comunicación con la cámara, también podéis encontrar con distintas versiones con determinada información preconfigurada, de manera que en los datos EXIF aparezca la distancia focal correspondiente. Esto es muy interesante si nuestra cámara tiene estabilización en el cuerpo, ya que esta información se utiliza internamente para saber cómo y cuándo activar esta función.
Con efecto “tilt-shift”
Si nuestro sueño siempre ha sido tener un objetivo descentrable, también podemos darle esta función al adaptador, permitiendo usarlo en todo tipo de objetivos por un precio muy inferior a las ópticas específicas.
El más conocido de estos aparatos es el Lensbaby Tilt Transformer, capaz de acoplar objetivos Nikon en cámaras CSC, aunque muchos fabricantes (especialmente, las típicas marcas chinas de dudosa calidad) han lanzado los suyos.
Esta baja calidad hace que la mayoría sean más aptos para fotografía artística (efecto minuatura) que para enderezar fotografías arquitectónicas o aumentar la profundidad de campo de los macros, terrenos donde un descentrable “de verdad” hará probablemente un mejor trabajo.
Con su propio diafragma
Si el problema es diafragmar en la lente, bien porque nos resulte incómodo, o bien porque queremos usar un objetivo que no tenga rueda de aperturas (básicamente, cualquier óptica autofocus de las últimas décadas), ¿por qué no colocar un diafragma externo en el adaptador?
Estos curiosos aparatos, que alguna vez os hemos mencionado, capturan la información de apertura que la cámara le está enviando a la lente, y abren o cierran sus propias láminas de diafragma, dejando las del objetivo abiertas.
Personalmente me parece una solución de compromiso que no tiene sentido en objetivos de gama alta, ya que difícilmente la calidad del desenfoque del adaptador pueda mejorar a la que realiza el propio objetivo.
Adaptadores helicoidales
Si trabajáis con objetivos telemétricos en cámaras CSC (como nos contaba Mauro Fuentes recientemente), os habréis encontrado con el problema de la distancia de enfoque mínima, que rara vez baja de los 70 centímetros por limitaciones de funcionamiento el telémetro.
Una manera de solucionar este punto, dándole una nueva vida a estos objetivos, son los adaptadores helicoidales, que incluyen un segundo anillo de enfoque que trabaja en la práctica como tubo de extensión de efecto gradual: en un extremo no se altera la distancia de registro, actuando como un adaptador estándar, separándose paulatinamente la lente del cuerpo al accionarlo.
En la imagen superior tenéis un ejemplo de su uso con un Voigtlander Skopar 21mm f4, trabajando a su apertura máxima y con su rueda de enfoque colocada en su punto más cercano (50cm). Al accionar el helicoidal (imagen derecha) esta distancia se acorta hasta unos pocos centímetros, convirtiendo nuestro angular estándar en un práctico “casi macro“.
Espero que este artículo haya dado un poco de luz en el mundo de los adaptadores, y os ayude a decidiros cuando busquéis la manera de reutilizar vuestra lente favorita en el nuevo cuerpo que acabéis de comprar.
Foto de cabecera | desmorider
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